"Es muy difícil pensar en una alternativa económica en la Argentina si no somos capaces de recrear una nueva coalición política y social en el país", reflexiona Claudio Lozano, asesor económico de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), dejando en claro que ninguna opción económica es posible sin un cambio político radical. El especialista considera que "a los argentinos nos esperan muchos años de penurias si no se piensa en una reactivación que venga de la mano de un shock distributivo" y asegura que para ponerlo en marcha hay que generar, como primer paso, la autonomía en relación al Fondo Monetario Internacional (FMI).
También señala que para avanzar en ese sentido se deben seguir determinados pasos, entre ellos: ejercer un control del valor del dólar, utilizar de una manera "óptima" las reservas disponibles en el Banco Central, generar un seguimiento exhaustivo de la liquidación de dólares que deben hacer los exportadores y reconstruir un patrón monetario, además de "revisar las condiciones de la apertura de la economía y replantear el proceso de privatizaciones".
Lozano explica que una estrategia que pretenda llevar a cabo "la reincorporación de los 18 millones de argentinos sumergidos en situación de pobreza" debe estar encadenada a una mejora sustancial en el nivel de recaudación fiscal y pide para ello que se excluya al Estado de su función de "ajustador" permanente. "Esta es la lógica de un shock distributivo que termine con un círculo vicioso y recomponga un círculo virtuoso de producción y empleo", continúa.
El asesor de la CTA no duda en señalar que para iniciar cualquier estrategia de reactivación hay que replantear la relación con los organismos internacionales: "No se puede seguir permitiendo la imposición del FMI con lineamientos tales que implican la impunidad para el delito económico, la profundización de los niveles de concentración y extranjerización por vía de la ley de quiebras, o la depresión de los mercados locales por el ajuste permanente en los estados provinciales".
Lozano puntualiza que las claves para un nuevo proyecto estratégico se resumen en tres pilares: distribución, autonomía nacional y democratización.
Un nuevo horizonte
El economista cuestiona al sistema político tradicional por considerarlo responsable de la debacle económica de la Argentina. En ese sentido especifica que los políticos que ostentan el poder en el país "tienen un anclaje definido con los grupos empresarios transnacionalizados que tienen más dinero afuera que adentro y que por lo tanto intentan privilegiar sus negocios y no el interés de la población" y enfatiza: "Si estos negocios no se terminan, evidentemente la posibilidad de una perspectiva diferente se limita".
Para hacer posible la reestructuración del sistema financiero en la Argentina deberían considerarse algunos ejes clave, en la visión de Lozano. En ese sentido, señala: evitar que la crisis financiera se traspase al conjunto de la sociedad por la vía de elevar el costo fiscal; impedir que los grandes deudores de la economía argentina ("algunos de ellos las empresas de mayor solvencia y los bancos más importantes") sigan siendo "los grandes ganadores" de esta situación; preservar a los pequeños y medianos ahorristas y a las pequeñas y medianas empresas.
"Lamentablemente, se está avanzando en sentido contrario", menciona Lozano, y señala para ejemplificar algunas de las decisiones que el presidente Eduardo Duhalde tomó en materia financiera: "El gobierno está proponiendo un bono que elevará la deuda pública para que termine pagando la sociedad y encima está castigando a los pequeños y medianos ahorristas que tendrán que desprenderse más rápidamente de esos bonos, con enormes quitas, porque no tienen capacidad financiera".
Corralito: todo para los bancos
El economista agrega que con la fórmula que se eligió para destrabar el corralito "se está privilegiando el patrimonio de los bancos y se está librando a su suerte a todo el sistema financiero, que seguirá gobernado por grandes bancos privados extranjeros cuando en la práctica lo que necesitamos es reconstruir la banca pública de fomento, darle un mayor desarrollo a la banca cooperativa y reestructurar severamente el papel de la banca extranjera".
Con respecto a la posibilidad de una vuelta de la banca cooperativa y nacional como protagonista del sistema financiero en la Argentina ante los enormes problemas de liquidez que enfrentan muchas entidades extranjeras, y frente a la experiencia de los bancos Bisel y Suquía que quedaron a cargo del Banco Nación por la huida de los franceses del Crédit Agricole, Lozano hace la siguiente reflexión: "No veo que hay ninguna política pública en favor del objetivo de rearmar la banca cooperativa. Al contrario, se está colocando a la banca pública como absorbedora de las pérdidas de los bancos extranjeros cuando en la práctica lo que debería haberse hecho es que esas entidades asumieran su quiebra y que en todo caso el sector público absorba los activos para garantizar la devolución de los ahorros".
Ante la consulta sobre si existe animosidad del gobierno nacional para "salvar a cualquier precio a los bancos extranjeros en perjuicio de los nacionales", Lozano asegura que "sin dudas se está condicionando y dificultando el accionar futuro de la banca pública y esta dirección la guía ni más ni menos que el Fondo Monetario Internacional".