Daniel Leñini / La Capital
El feriado largo, que los alumnos históricamente aguardaron con alborozo, se transformó con la crisis en "un verdadero padecimiento, un prolongado ayuno para los chicos pobres a base de mate cocido y pan", según relataron numerosas maestras y directoras de colegios a este diario. El panorama fue reconocido por el delegado local del Ministerio de Educación, Andrés Rattaro. Una recorrida de La Capital por los comedores escolares más grandes, que sirven cada uno entre 800 y 900 raciones diarias, advirtió comportamientos ignorados y hasta sorprendentes de los chicos. Por ejemplo, que últimamente, en especial los más chiquitos, guardan una parte de las porciones o las frutas en guardapolvos o mochilas para llevarla a los hermanitos menores que todavía no tienen edad escolar. "Nosotras les decimos que la comida es de ellos, que la deben comer toda, pero se escabullen. En el caso de las mandarinas o naranjas los obligamos a pelarlas pero igual, se resisten, para poder llevarlas", explica Miriam Donnarunna, vicedirectora de la Escuela Nº1.319 de Empalme Graneros. En otra punta, pegada a Villa Banana y barrio Triángulo, Susana Gómez, ecónoma de la Escuela Nº660 (Biedma y Matienzo), cuenta: "Los lunes nos piden por favor que les adelantemos la copa de leche, que en vez de las 10 se las sirvamos a las 8 y media, apenas entran. Así que este martes, después del fin de semana largo, van a venir desesperados. Ya nos hemos acostumbrado a eso, a que los lunes muchos digan: «Señorita, usted sabe, la última vez que comí bien fue el viernes»". En el departamento Rosario se reparten en los establecimientos educativos 50 mil raciones diarias de comedor y 120 mil copas de leche. A las escuelas donde se elaboran los platos el ministerio envía 65 centavos por ración y 20 centavos por copa de leche, lo mismo que el año pasado, pero presiona a Hacienda para aumentar a 85 y 30 centavos, respectivamente. El delegado local, Andrés Rattaro, se mostró partidario de la utilización de la soja (por su alto poder nutritivo y bajo costo), de la que el país es tercer productor mundial, y a la cual ya se la utiliza para la elaboración de leche, dulce, pan, pizza y milanesa. Las aulas (en este caso los comedores) sirven para comprobar otros hábitos que se creen arraigados en los hogares más pobres: los guisos (de lentejas, arroz o fideos) son el plato más apreciado, por lejos, muy por encima del bife o la milanesa. Similar consideración existe con el pan, imposible de faltar. A poco de observar se entiende el porqué: los alumnos preparan el bocado tipo sandwich, parten el pan al medio y allí colocan desde la milanesa y las albóndigas hasta el arroz, los fideos, la polenta y el puré. "Deliran por poner algo adentro del pan", exagera Adriana Mancinelli, directora de la escuela Nº6.430 de Grandoli al 3400, en el corazón de La Tablada (zona sur). El rechazo al pescado y las verduras es tan evidente que las ecónomas se resignaron: "No comen una zanahoria, zapallo o acelga ni por casualidad. Cuando hacíamos los canelones de verdura masticaban el panqueque y el resto lo dejaban; en el caso de las tartas o empanadas, lo mismo. El sopón o minestrón debe estar muy licuado; si no, separan los trozos de verdura. Al pescado no lo quieren ni ver", agrega Mancinelli. El aporte de la directora es valioso. Desde hace 20 años que trabaja en el barrio donde nacieron los comegatos. "Eso estuvo preparado", ratifica. Dice que el promedio por familia es de seis o siete hijos, pero que hay algunas donde se cuentan 17 o 18. "Todos los lunes nos tenemos que preparar, por el hambre que arrastran los alumnos. Así que imagínese lo que va a ser este martes".
| Hay chicos que llegan al lunes con un largo ayuno. | | Ampliar Foto | | |
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