Un crimen muchas veces se resuelve por circunstancias fortuitas. Es lo que pasó con la violación de una mujer ocurrida en Villa Gobernador Gálvez hace unos 15 meses. Un remisero que pasó por la escena del ataque resultó la clave para identificar al agresor, a quien por casualidad conocía, y también para condenarlo. El culpable acaba de ser sentenciado a 8 años porque para poder consumar el hecho amenazó a la víctima con un revólver.
Eran casi las 6 de la mañana del 18 de marzo de 2001 cuando el conductor de un remís guiaba su vehículo por las calles de Villa Gobernador Gálvez a la casa de un pasajero. Ya amanecía y a esa hora circulaba muy poca gente, entre ellos algunos jóvenes que regresaban a sus casas después de una noche de diversión.
El auto iba muy despacio por 17 de Octubre entre San Diego y Sáenz Peña cuando al chofer le llamó la atención algo que vio en la vereda. Había un hombre y una mujer que parecían estar en pareja, aunque la actitud de ella le resultó un tanto extraña. El conductor disminuyó un poco la marcha e hizo seña de luces pero como no obtuvo respuesta continuó circulando.
Como algo no le cerraba, dio la vuelta a la manzana y pasó por el mismo sitio. La pareja ya no estaba, aunque pronto se enteraría que su intuición acerca de que algo extraño ocurría no había fallado.
Dos días después, una mujer se presentó en el Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales, que funciona en los altos de la comisaría 5ª de Rosario, y denunció que la habían violado. El agresor la había interceptado en la calle, cuando iba a trabajar, y al ver que se acercaba un auto la amenazó con un revólver y la obligó a tratarlo como si fuera su pareja.
Una vez que el auto se alejó, el sujeto la hizo entrar en un pasillo y allí la sometió. Al denunciar el caso la víctima dijo que creía que el vehículo era un remís y así, acaso sin pensarlo, dio el primer dato clave para resolver el caso.
La policía buscó y encontró al remisero que había presenciado aquella escena. Entonces sucedió algo que definitivamente dirigiría la investigación hacia el autor del hecho: el conductor no sólo ratificó que le llamó la atención la actitud de aquel hombre y aquella mujer, que ahora sabía protagonistas de un hecho terrible, sino que dijo estar en condiciones de identificar al agresor.
Negar e inventar
"Lo conozco. Esa mañana pasé varias veces por el lugar y lo vi. Siempre estaba ahí y sé dónde vive", declaró. Así fue como detuvieron al autor. Al principio el sospechoso negó enfáticamente haber estado en el lugar del hecho y se declaró inocente pero mucho después, cuando las pruebas en su contra ya eran concluyentes, inventó una supuesta relación amorosa con la víctima para hacer creer que había mantenido con ella una relación sexual consentida.
Con el tiempo fue procesado y después el juez Antonio Ramos lo condenó a 8 años de prisión por violación calificada por el uso de un arma. La defensa apeló con el argumento de que no había pruebas para culparlo, pero el fiscal de Cámaras José María Peña dijo que el testimonio del remisero había sido "lapidario" y la Sala III de la Cámara Penal mantuvo el veredicto.
La conclusión del camarista Ernesto Navarro fue que el violador esperó a la mujer y la atacó. Y sus colegas Otto Crippa García y Alberto Bernardini coincidieron. Esa madrugada, antes de consumar el ataque, el sujeto había participado de una fiesta familiar. El era así: tenía fama de buen tipo y llevaba casado más de 9 años. Es el papá de dos nenas y su nombre se reserva para preservarlas a ellas. Tiene 27 años.