Año CXXXV
 Nº 49.507
Rosario,
miércoles  12 de
junio de 2002
Min 4º
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cartas
No hay esperanza si no se van

A veces no me explico cómo en este país bendito y privilegiado por sus recursos naturales y potenciales haya niños que mueren de desnutrición o gente que come de la basura. Una situación comparable a quien se muere de sed en medio de un río, inexplicable, pero real. Y... sí, hay una explicación, que no es más que el virus que desde años nos ha carcomido la sociedad hasta casi provocar nuestra pérdida de identidad y se llama políticos corruptos y vendepatrias. Gente sin escrúpulos ni límites y mucho menos moral que viven predicando con baterías de palabras bonitas hilvanadas en hábiles frases que no son más que "haz lo que digo y no lo que hago". Si son descubiertos en sus delictivas maniobras, sus compañeros de fechorías que inclusive son del partido que se dice "oposición" lo cambian de puesto en vez de echarlo y así es que hace 20 años son las mismas caras que rotan de cargo y son las mismas obsoletas viejas prácticas políticas que se repiten a lo largo de la historia. Ellos mismos desprestigiaron su profesión, es tan grande y grave el vaciamiento que ha provocado su voracidad que sólo hace falta mirar los diarios para ver lo que tenemos que llegar a aceptar de parte del FMI o los alarmantes índices de pobreza y desocupación, paliados con demagógicas dádivas que son pan para hoy y hambre para mañana y que sólo producen más gastos y no una solución, pero eso sí, calma los ánimos. ¿La solución?, una nueva raza política, sin pasado político del cual puedan valerse "los de siempre" para forzar o evitar medidas que perjudiquen sus intereses que no son más que los de los poderes económicos y no los de la patria. Si esto no se modifica, seguirán entregando, regalando, rematando hasta ya no tener y entonces pregunto: ¿qué sentido tendrá cantar el Himno o blandir nuestra bandera?
Luis Alberto Regiardo


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