Miyagi (Japón).- Argentina quedó eliminada en primera fase de la Copa del Mundo a manos de Suecia, que le empató 1 a 1 y clasificó por el grupo F para octavos de final junto a Inglaterra (empató 0 a 0 con Nigeria), provocando una enorme desazón en un país que se había aferrado a la ilusión de una buena performance albiceleste para paliar otras frustraciones muy alejadas del fútbol que también lo sumergen en una gran decepción.
El equipo de Marcelo Bielsa se fue del Mundial defraudando al mundo entero que lo había erigido en candidato cuasi excluyente para quedarse con el título, a partir de las excelentes actuaciones desarrolladas durante la etapa clasificatoria y algunos amistosos contras seleccionados de mucha envergadura.
La historia de los últimos tres mundiales viene cuesta abajo para Argentina, que cayó en cuartos de final en Francia 98, en octavos en Estados Unidos 94, mencionados así, regresivamente en el tiempo como involucionó este equipo aparentemente imbatible fuera del juego grande.
Argentina defeccionó, sus grandes referentes como Juan Sebastián Verón se quedaron en promesas y el técnico nunca se animó a cambiar, por tozudez o quien sabe qué. Y el equipo murió al amanecer del Mundial.
Aunque al principio del partido Marcelo Bielsa justificó en los movimientos que exhibió el equipo durante el primer tiempo las razones de las tres variantes que produjo respecto del anterior encuentro con los ingleses.
La ubicación de Pablo Aimar como bastonero, conduciendo al equipo desde el círculo central hasta la medialuna rival, con Javier Zanetti y Juan Pablo Sorín prácticamente como dos punteros más, necesitaban de un volante con mucho timming para llegar a cortar en la mitad de la cancha, y ese jugador era, por condiciones físicas, Matías Almeyda y no Diego Simeone.
Este planteo también exigía que de los tres del fondo, los dos stopper tuvieran experiencia y fueran buenos tiempistas, y en este caso también José Chamot le dio la razón al entrenador.
El jugador del Milan italiano le ganó siempre a Marcus Allback, hasta el punto de obligar a su reemplazo apenas finalizado el primer tiempo.
También Bielsa insistió con Walter Samuel de líbero como en los dos cotejos previos, mientras que Mauricio Pochettino fue encima del mejor delantero de los suecos, Henrik Larsson, quien durante la primera etapa solamente se acercó al arco con dos tiros libres que murieron en la barrera argentina.
Con ese planteo Argentina se cansó de llegar por los costados durante esos primeros 45 minutos, tanto por el lado de Zanetti, que le puso tres centros en la cabeza a Sorín, como por la izquierda con Claudio López, que ensayaba sus corridas habituales por afuera de la línea de Juampi.
Argentina tenía todo, pero le faltaba lo esencial en esta clase de situaciones extremas: el gol. Ese que le permitiera desarrollarse en el campo con menos vértigo y más sapiencia.
Y como a Batistuta no le quedaba ninguna como para hacer estallar su pólvora, Argentina empezó a caer en la repetición de centros para que Andreas Jakobsson empezara a hacerse un picnic por arriba.
Con la misma propuesta arrancó el segundo tiempo, pero rápidamente los jugadores cayeron en la desesperación a partir de su propio técnico, que ni ante una situación extrema decidió cambiar su esquema, ya que apenaas transcurridos doce minutos apeló a la remanida variante de Hernán Crespo por Batistuta.
Y ese cambio pareció sintomático, porque en la acción siguiente llegó el tanto sueco con un espléndido tiro libre de Anders Svensson que se clavó en el ángulo superior derecho del arco de Pablo Cavallero.
Un baldazo de agua fría que paralizó por unos pocos minutos al equipo argentino, algo que Bielsa trató de sacudir con los ingresos de Juan Sebastián Verón y Christian González por Almeyda y Sorín.
Pero estas modificaciones tampoco arrojaron demasiados resultados, por lo que la imagen de la media hora final contra Inglaterra volvió a hacerse presente otra vez en Miyagi.
Argentina llegó con mayor claridad que ante los ingleses en ese último tramo del encuentro, pero también quedó más expuesto al contraataque sueco, que a punto estuvo de aumentar dos veces en los pies del ingresado Mattías Jonson y Andreas Andersson, quien inclusive reventó un remate en el poste derecho.
Los argentinos siguieron insistiendo una y otra vez, con el gol merodeando la valla defendida por Magnus Hedman, pero ese tanto tan deseado nunca llegaría a través de una jugada, sino de un tiro penal que Ortega provocó, remató y falló, pero en el rebote convirtió Crespo.
Sin embargo la presión argentina en ese puñado de minutos finales no alcanzó e impensadamente, sobre todo por lo hecho en la etapa previa al Mundial, Argentina se quedó afuera de su gran objetivo.
Una profunda frustración para un seleccionado que arrancó como gran favorito a quedarse con el campeonato en el primer Mundial del Tercer Milenio junto a Francia y que paradójicamente se quedó fuera de competencia en primera fase, al igual que los defensores del título.
Síntesis
Argentina 1: Pablo Cavallero; Mauricio Pochettino; José Chamot y Walter Samuel; Javier Zanetti, Matías Almeyda y Juan Pablo Sorín; Pablo Aimar; Ariel Ortega, Gabriel Batistuta y Claudio López. DT: Marcelo Bielsa.
\Suecia 1: Hedman; Mellberg, Andreas Jakobsson, Mjallby y Lucic; Alexandersson, Anders Svensson, Linderoth y Magnus Svensson; Allback y Henrik Larsson. DT: Lars Lagerback-Tommy S”derberg.
\Goles: 58' Anders Svensson (S) y 88' Crespo (A).
\Cambios ST: al comenzar Andreas Andersson por Allback (S), 12' Crespo por Batistuta (A), 16' González por Sorín (A) y Verón por Almeyda (A), 22' Mattías Jonson por Anders Svensson (S) y 43' Zlatan Ibrahimovic por Andersson (S).
\Incidencia: 44' expulsado Caniggia (A), quien se encontraba en el banco de suplentes.
\Estadio de Miyagi.
\Arbitro: Alí Bujsaim (Arabia)
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