Año CXXXV
 Nº 49.506
Rosario,
martes  11 de
junio de 2002
Min 4º
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Editorial
La solidaridad puede salvarnos

La posición de la Iglesia respecto del espíritu que debía prevalecer en oportunidad de la tradicional colecta anual de Caritas fue terminante: crear una corriente de fraternidad que integre a nuestra vida a quienes se encuentran en situación de pobreza. En la firme creencia de que cuanto mayor es el gesto de amor se acrecienta la esperanza que habrá de engendrar, y que resulta fundamental para renovar y fortalecer en estos tiempos de angustia, el gesto eclesial tuvo el domingo la respuesta esperada. Los primeros cálculos permiten estimar que la recaudación llegará a los tres millones de pesos, superando la del año pasado. En Rosario, las donaciones seguirán recibiéndose durante todo el mes.
Quienes participan de esta misión en favor de los más necesitados señalaron alborozados que ya en días previos al comienzo de la colecta podía percibirse que la gente se mostraba más animada a contribuir con los más pobres, lo que demuestra que la solidaridad sigue siendo rasgo distintivo de nuestro pueblo pese a una crisis que amenaza contaminarlo todo, aun los valores más recatados. Lamentablemente, pese a la voluntad desinteresada de tanta gente, siempre será escaso lo que se recaude ante el aumento de las necesidades del creciente número de marginados.
A fines del año pasado Caritas prestaba asistencia con alimentos, ropa y medicamentos a unas doscientas mil personas, pero en estos últimos cinco meses esa cantidad se duplicó. Este año, en razón de la extrema agudización de los problemas en el país, Caritas también recibió una contribución extraordinaria de cien mil dólares de parte del Vaticano y espera hacer efectivos los tres millones de euros que se juntaron durante la campaña Argentina nos Duele, que realizó el gobierno español.
Acaso lo más trascendental de la colecta es que representa la contracara de la fragmentación que padece nuestra sociedad. Y también que permite avanzar más allá de los intereses particulares para ir a la búsqueda del bien común y aportar de ese modo a la construcción de una sociedad sin excluidos. A todos deben doler los rostros de una indigencia difundida como nunca antes en el país. Porque la pobreza no debe preocuparles y afectar sólo a los pobres sino que debe comprometer a toda la sociedad.


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