Año CXXXV
 Nº 49.506
Rosario,
martes  11 de
junio de 2002
Min 4º
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cartas
Biblioteca Argentina

Con grandes expectativas cumplí los trámites que me indicaron para asociarme a la Biblioteca Argentina y acudí a la misma esperando poder ampliar mis horizontes de lectura. Desde el comienzo de mi periplo -soy un jubilado parapléjico de 75 años- presencié cómo una persona ciega trataba peligrosamente de bajar los escalones de acceso porque no hay barandas ni rampas. Seguidamente, grande fue mi decepción cuando quise buscar los libros que me interesaban por el índice alfabético de autores. Las fichas indicadoras están contenidas en no menos de 50 cajones metálicos en un orden caprichoso y dislocado. Yo buscaba Eduardo Marquina ("El Pavo Real"), padre Coloma ("Jeromín"), etcétera. Los libros figuraban en las fichas, pero me dijeron que no los podía sacar porque eran ediciones anteriores a 1950, que no podía sacar fotocopia de los mismos, y que sólo podía consultarlos en la sala de lectura. Para corroborar estas circunstancias pedí dos libros mucho más conocidos: "Los tres mosqueteros" y "La dama de las camelias", de Alejandro Dumas, los que también me fueron negados por las mismas razones. Yo me pregunto: ¿resulta placentera la lectura en el horario limitado de la Biblioteca, sin las comodidades que le brinda a uno la tranquilidad de su hogar, sumados a los problemas de transporte, costos, capacidad motriz, etcétera? ¿Son incunables los libros solicitados? ¿Es así como se presta un servicio a la cultura?
DNI 5.548.052


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