| | cartas Todo era como entonces
| Existe un silencio absoluto y un absolutismo silencioso. Pensé que podríamos abarcar más cuestiones, anhelar la lucha como antídoto a la desesperanza, pero no, no pasa nada. El paroxismo de los dark de Boukosky, exaltados en las plazas y monumentos. Calladas marchas anteceden la derrota, el desaliento del no ser y seguir siendo. Una marcha más y van miles que se van perdiendo por el viento. Un martillo sin su hoz, un anciano abanderado de la muerte, más allá alguna niña que descubrió cómo hacer tiempo esperando la hora de las brujas y el que vende pororó que no alcanzó a cubrir sus gastos. Bancos chorros, gritos, una cárcel confortable a Cavallo y un ex presidente de los miles que existieron que nunca supo que otros existían y dejaban de hacerlo una tardecita de diciembre. Conformemos los cuadros, gritan algunos; devuélvanme los ahorros, rompamos los blindex y volvamos a casa a mirar tele cansados de tanta marcha. Ya pasó todo, Pocho es bandera y no aquel que volvía y volvía en una Ezeiza incendiada, Tosco es un recuerdo y a los chicos de la calle con un tarro de poxi les alcanza. Creí que sería distinto, pensé que algo nos aglutinaría más allá de la simpleza de agruparnos como pobres. Sigo creyendo que nada pasará y que el 2003 nos encontrará unidos y dominados, maniatados a un futuro incierto y que no es. Ya la bronca se convirtió en náuseas, el dolor en anestesia y la revolución en toneladas de rivotril por las noches en espera que el sopor de la madrugada nos descubra menos idiotas. Calculé que sería distinto, sumé hambre y lo dividí por niños, ancianos y madres, los multipliqué por posibilidades y los resté a la realidad que nos toca. Calculé mal, sumé poco, dividí por menos, multipliqué por lo que no había y descubrí que todo era como entonces. Germán A. Hess
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