Año CXXXV
 Nº 49.500
Rosario,
miércoles  05 de
junio de 2002
Min 7º
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Reflexiones
Hay concejal provisorio; ¿vendrá el descartable?

Evaristo Monti (*)

En pleno debate sobre la reforma política con expresiones de máxima y mínima Rosario asoma innovando con una desconocida categoría de legislador: el concejal provisorio, acaso preanuncio del futuro legislador descartable que homogeneíza con el grito "que se vayan todos", partiendo de la idea de que vendrán otros mejores. Es un pensamiento incompleto: ¿por qué no impedirlo determinando que todos los que han ejercido cargos designados o elegidos en los últimos diez años quedan afuera? Nuestra ciudad estaría abriendo un extraño camino con el cuanto menos curioso resolutorio de un órgano de la Justicia que por vía cautelar manda que ingrese al Concejo Municipal un ciudadano cuyo diploma fue rechazado en uso de las atribuciones que la ley confiere al cuerpo. La cautelar, como el amparo son medidas modernas, felizmente inexistentes en 1810, porque con tan romántico criterio la Justicia habría repuesto a Cisneros al menos provisoriamente mediante un breve resolutorio que ni siquiera se molestaba en mandarlos a su casa a Saavedra, Moreno, Castelli y Paso como acaba de ocurrir, porque al ordenar que entre provisoriamente la persona protegida por el fallo ni se acuerda de sacar a quien ocupa el lugar, aunque lo comenta. Es otra novedad: la Justicia resuelve no ya en el fallo sino en las consideraciones, digamos de tertulia. Si el provisoriato es un ensayo a cuenta de la reforma política, no es una garrulería imaginar que viene el legislador descartable, lo sientan, discursea, vota y lo tiran.
Deberíamos mirar la historia y observar con alarma que la calidad de provisorio se adjudicó a los gobiernos surgidos de golpes militares. El de Uriburu se llamó provisorio, como el de Lonardi. Pero en el juego democrático tenemos un récord rosarino: el concejal provisional no se sabe si tiene derecho a sentarse en su banca pero lo ponemos por ahora, ya que debemos seguir estudiando su reclamo. ¿El concejal provisorio tiene las mismas atribuciones que los estables? ¿Su voto vale uno igual que los demás? Esta espectacular categoría, inédita, se la perdió el presidente de Uruguay don Jorge Batlle en su diatriba contra los argentinos. Y ni la pensaron aquellos que al avanzar sobre las formas democráticas, republicanas e institucionales de gobierno lo primero que hicieron fue voltear los cuerpos colegiados, arrasarlos, encarcelar o mandar fuera del país a sus miembros porque es la representación pluripartidista la que no se tolera. Cuando Fujimori se sintió poderoso disolvió el Congreso, como Suharto, Marcos, Duvalier, Trujillo y Mobutu, y en 1981 ese ridículo coronel con la sartén en la cabeza, Tejero, al intentar reponer a los franquistas no fue a la Moncloa, fue a las Cortes, el Congreso español.
No es de hoy que el país observa una tendencia judicial a sustituir al gobernante y clásicos analistas han rotulado "gobierno de los jueces" a esa tentación. Esto genera el conflicto de poderes inevitablemente o bien la comodidad del drama argentino, "no te metás", y la asimilación del retorcido Viejo Vizcacha, "hacete amigo del juez". Que un órgano de la Justicia considere arbitrario, ilegal, producto de indefensión un acto legislativo demanda un análisis exquisito, pormenorizado, profundo e inequívoco por la gravedad de la intervención. Pero en Rosario estamos listos para ingresar al Libro Guinness de los Récords, cuya primera edición es de 1955 con escaso aporte argentino. Ordenar a 41 concejales que acepten a un ciudadano cuyo diploma rechazaron, castrándole la facultad legal -ley 2.756, artículo 39, inciso 3- de juzgar el ingreso y luego a todos sus miembros, prescindiendo de los requisitos reglamentarios cuyo desconocimiento es patinar en el vacío nos ubica en el submundo bananero de las republiquetas sin bananas. Idi Amin se comía a los que no estaban de acuerdo con él, no sea que nosotros estemos obligados a comernos fallos que convierten a los representantes en marionetas. Desde el punto de vista institucional, aceptado el concejal provisorio, se abre el camino para el descartable. Desde el punto de vista de la curiosidad, suponemos que diría Sandra Cabrera: "¿No me dejan aunque sea mientras tanto?", y calculamos que vamos de cabeza a aparecer en el Guinness al lado de los 17 chinos subidos a la misma bicicleta, de Susan Montgomery que batió el récord mundial de soplar chicles, el inventado viaje a la Luna en 1835 y el ministro de Cultura de Filipinas que hace unos años contrató a un grupo haciéndolo pasar por la tribu tosaday en extinción, lo localizó en Mindanao y tuvo fama luciéndose como protector benemérito. Eso sí, provisionalmente. Además sería el colmo que el ciudadano que la Justicia quiere hacer concejal provisorio jure cumplir la ley mientras viola las disposiciones del cuerpo.
Tal vez en su tumba el maestro del derecho administrativo Rafael Bielsa se desespere por haber dedicado una vida a estudiar la esencia de las relaciones institucionales para caer en el concejal provisorio, antesala del descartable.
(*) Concejal (PJ)


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