El jefe de los bomberos voluntarios rosarinos, Guillermo Caraballo, está en llamas. Sabe que la estampida de socios protectores puso a las finanzas de la agrupación en jaque. Si el año pasado aportaban con su cuota mensual 500 afiliados, "de un día para el otro fueron 300 y ahora quedaron 120", detalló, para acotar que los gastos mensuales "rondan los 7 mil pesos que nunca se llegan a cubrir en su totalidad". Apagar un incendio se ha transformado en un dolor de cabeza para Caraballo. "Cada vez que un bombero necesita un tubo de respiración para atravesar una columna de humo, son 13 pesos por los 15 minutos de autonomía que le brinda este aparato", calculó, para agregar: "Son gastos que sí o sí hay que hacer a la hora de sofocar un siniestro". Pero además se suma al presupuesto de la agrupación una cantidad de costos fijos que hacen un total de 7 mil pesos por mes. "Si uno suma el alquiler del cuartel central, el combustible, los repuestos de las autobombas, los víveres del personal, la indumentaria, casco, viseras, botas, guantes y la espuma extintora se llega fácilmente a esta cifra", remató.
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