Año CXXXV
 Nº 49.493
Rosario,
miércoles  29 de
mayo de 2002
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El gremialismo mediterráneo se une para recordar el Cordobazo

Las distintas expresiones que componen el sindicalismo cordobés se aprestan a celebrar hoy en forma conjunta el 33er. aniversario del Cordobazo, la gesta que comenzó como una protesta y terminó siendo un hito decisivo para la caída del dictador Juan Carlos Onganía.
El espectro gremial de Córdoba, con las CGT Chacabuco y Rodríguez Peña, y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), recordará conjuntamente el Cordobazo con un acto que tendrá lugar en la misma esquina donde cayó Máximo Mena, un obrero de Renault que fue la primera víctima fatal de ese histórico día.
La concentración se realizará pasado el mediodía, pero algunos gremios comenzarán a movilizarse con distintas modalidades y abandono de tareas, desde media mañana.
Aquel 29 de mayo del 69, los principales líderes gremiales, Agustín Tosco (Luz y Fuerza), Elpidio Torres (Smata) y Atilio López (UTA), entre otros, acordaron un paro activo, con movilizaciones desde centros fabriles de trabajadores mecánicos y metalúrgicos.
Los mecánicos comenzaron la marcha hacia el centro desde la planta de Renault, en Santa Isabel, en el sur de la ciudad, mientras que los metalúrgicos de la UOM partieron de la fábrica Fiat en Ferreyra, del extremo sudeste de la ciudad. A la protesta gremial se sumaron los estudiantes, lo que le dio al movimiento un neto carácter obrero-estudiantil.
Los jóvenes hicieron sentir su presencia particularmente desde barrio Alberdi, en el sector conocido como barrio Clínicas, por el asentamiento del histórico hospital universitario, en torno al cual numerosas pensiones albergan a estudiantes de otras provincias.
Ya en el mediodía de esa histórica jornada los incidentes se localizaron en el centro de la ciudad y en el cercano barrio Alberdi, con barricadas en las calles y ataques a negocios, además de quemas de colectivos y otros vehículos.
La ciudad era tierra de nadie, las manifestaciones desbordaban a las fuerzas policiales, mientras se demoraba la previsible salida a la calle de contingentes militares del III Cuerpo, que en última instancia dependían del comando general de la fuerza.
Los enfrentamientos (con un número nunca precisado de muertos, pero estimados en decenas, cientos de heridos y miles de detenidos, además de importantes daños) se prolongaron por unas 30 horas.


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