Año CXXXV
 Nº 49.490
Rosario,
domingo  26 de
mayo de 2002
Min 15º
Máx 22º
 
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cartas
Solidaridad+trabajo: dignidad+comida

Walter es electricista y junta comida de la basura para sus nueve sobrinos. Virginia y Julia también pero para sus hijos. Los papás, desocupados, eran albañiles antes que se cayera todo y ahora están buscando changas. Menos el marido de Virginia que se está reponiendo de un desmayo después de tres días sin comer nada. Me pongo a charlar con ellos, me entiendo mejor que con mucha gente; eso es bueno y malo a la vez. Yo que a mis chicos no los dejo levantar un chupetín del suelo tengo que admitir que otros tengan como alimento un puñado de fideos mezclado con todo tipo de basura. Nunca me imaginé escribiendo en estos términos. Tampoco imaginé esta realidad ni que me doliera tanto... Imagino una ciudad digna, unida y solidaria donde muchos de los jefes de hogar desocupados que cobran un subsidio se convierten, como contraprestación del beneficio recibido, en nuevos promotores comunitarios que actúen de nexo entre quienes tiraban comida que no pueden vender o consumir y quienes la necesitan para comer. Veo como retiran de bares, restaurantes, pizzerías, panaderías, verdulerías, escuelas y sigue la lista, lo que antes se tiraba a la basura y ahora se separa en bolsitas camiseta, tipo supermercado, para entregarlas en mano, de inmediato, en bici o a pie y con una sonrisa que será devuelta, a quienes en adelante buscarán botellas, latitas y cartones, pero nunca más comida de la basura.
Adolfo Recalde Cuestas


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