Si algún desprevenido feligrés llegó el domingo pasado a la parroquia Nuestra Señora del Carmen a escuchar misa como de costumbre, se llevó una gran sorpresa. Sintió como si la alfombra mágica de los cuentos de Las Mil y Una Noches lo hubiera transportado en un segundo hasta la aldea de Almonte, en la provincia de Huelva (Andalucía), donde el domingo de Pentecostés, desde los puntos más remotos de toda España llegan los peregrinos a saludar y postrarse ante la Virgen del Rocío. Pero estaba acá, en Rosario. En realidad se trataba de la celebración de la novena misa en honor de la Virgen del Rocío, organizada por el centro andaluz que lleva el nombre de su patrona y señora. La iglesia estaba atestada de hermosas niñas y mujeres ataviadas de andaluzas, con flores y peinetas multicolores en el pelo y hermosos mantones. En el altar, más guapa que nunca, estaba la virgen, rodeada de flores, sosteniendo en los brazos a su niño y escuchando las sevillanas y rumbas flamencas interpretadas por el Coro Rociero, y el Coro de Lengua de Señas San Jorge, con guitarra flamenca, flauta, violín, castañuelas, panderetas y tambor, en un marco de devoción y alegría. El típico olor del romero que portaban los fieles rocieros perfumaba la iglesia. Una vez terminada la misa, entre palmas y cantares salió la virgen para presidir la procesión entre gritos de ¡viva la blanca paloma!; ¡viva la reina de las marismas! y ¡viva la divina pastora! Durante la procesión por avenida Pellegrini, desde los edificios altos se agitaban mantones y se arrojaban claveles a su paso, rompiendo la calma y modorra de los domingos. Las niñas bailaban sevillanas por la avenida motivando la atención de los rosarinos que se sumaban al festejo desde las calles adyacentes. Finalizada la procesión la Virgen retornó a la iglesia donde la Virgen del Carmen, andaluza como ella, le dio cobijo en su casa. Acallados los cantos, en la penumbra y silencio del templo, las dos santas habrán hablado de su tierra andaluza y sobre todo, de sus hijos aquí en Argentina. Yuki Molina
| Entre palmas y cantares, la Virgen recorrió las calles. | | Ampliar Foto | | |
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