Año CXXXV
 Nº 49.490
Rosario,
domingo  26 de
mayo de 2002
Min 15º
Máx 22º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Bonn: Aires mediterráneos
Palacios, museos y la silueta del río Rin permiten conocer los secretos de la ex capital alemana

Patricio Pron

A lgunas ciudades pueden beneficiarse de las catástrofes, hacer de ellas una excusa para su embellecimiento y superación. Bonn es una de ellas. Entre 1945 y 1990, aproximadamente, Alemania vivió una situación anómala, dividida en dos partes que, a poco de finalizada la guerra, se arrogaron el derecho de representar a la auténtica Alemania, la de Goethe y Gauss. De estas dos entidades, la República Democrática de Alemania y la República Federal, la primera estableció su capital en el sector este de la dividida Berlín mientras que la segunda lo hizo en Bonn. ¿Por qué Bonn, la ciudad de la que Heinrich Böll alguna vez escribió que era "inocente" y no podía "dejar de sentirse confusa"?
El mejor de los argumentos, aunque probablemente el menos acertado, es el que a menudo sostiene el alemán de a pie cuando se le pregunta acerca del asunto, que el por entonces canciller quería tener la oficina cerca de su casa. Fuera por esa razón, por su condición central en el ámbito de la República Federal o por su falta de relevancia política, que Bonn se convirtió en capital, lo cierto es que soportó esa condición con cierto estoicismo, embelleciéndose y ampliándose a medida que pasaban los años.
Puesto que la mayor parte de las oficinas públicas se marcharon de regreso a Berlín tras la unificación, en una larga y compleja mudanza que aún no ha terminado, Bonn ha vuelto a ser lo que era antes, una ciudad provinciana de una belleza difícil de explicar en la que se mezclan bellos edificios barrocos y proyectos arquitectónicos vanguardistas; una ciudad de un cierto aire mediterráneo que se respira particularmente en verano, cuando los bares sacan sus mesas a la calle y ésta se puebla de artistas. Una ciudad, en fin, que ya no espera al visitante con el gesto adusto de la capital de Alemania sino con la sonrisa de quien ha recobrado lo que le era propio.

Los edificios gubernamentales
Bonn no forma parte de la mayoría de las excursiones que por suelo alemán proponen muchas empresas turísticas, lo cual acaba siendo beneficioso puesto que la libra del incesante atosigamiento de cámaras fotográficas y camisas chillonas que otras ciudades deben soportar. Este olvido, por cierto, es completamente injustificado, puesto que Bonn tiene atractivos de sobra para satisfacer al más exigente de los viajeros.
Para comenzar, el río Rin, el bellísimo río que es uno de los más largos de Europa y fue frontera natural del imperio romano -que, con el nombre de Bonna, estableció un campo que sería el origen de la ciudad-, ahora jalonado de testimonios de reinos y culturas que colisionaron, se fusionaron y acabaron desapareciendo a lo largo de los siglos.
Quien quiera reconocer en el paisaje actual los restos de reinos medievales deberá, por la calidad de pueblo que Bonn ostentaba por aquellas épocas, orientar sus pasos hacia ciudades más importantes, como Köln-Colonia o Koblenz, pero perderá en cambio el magnífico espectáculo del Rin a la altura de Bonn, ancho y caudaloso como puede apreciarse desde el parque Rheinaue.
Al norte de dicho parque, en la margen izquierda del río, se extienden los principales edificios gubernamentales, como la Cámara de Diputados -cuya vertical fealdad se erige junto al río alterando el paisaje-, el edificio de la antigua Cancillería y el Parlamento, actualmente reciclado en sala de conferencias. Muchas de las dependencias oficiales se han mudado ya, por lo que los otrora símbolos de la República Federal permanecen parcialmente vacíos, como testimonios de la revolución que en 1990 devolvió a los alemanes su unidad y su capital histórica.
Al oeste de la antigua Cancillería, sobre la importante avenida Friedrich Ebert, se extiende la zona de los museos, pomposamente llamada Museumsmeile o milla de museos. En una distancia inferior a la milla -como puede comprobar cualquiera que se tome la molestia de medirla- se alinean la Haus der Geschichte der BR Deutschlands o Casa de la Historia de la República Federal, en cuyo interior un recorrido similar al que puede hacerse en la nueva cúpula del Bundestag de Berlín ilustra al visitante en los aspectos centrales de la historia de esa entidad política que duró cuarenta y cinco años, el Kunstmuseum o Museo de Arte, que aloja exposiciones temporales además de poseer una amplia colección de obras nacionales del siglo XX, y la Kunst-und Austellungshalle der BR Deutschlands o Sala de Arte y Exposiciones de la República Federal. En ésta última se alojan la mayor parte de las muestras que visitan Alemania y su oferta es casi siempre tentadora.

Galería de palacios
Como los arriba mencionados, muchos otros edificios ofrecen al visitante testimonio de la prosperidad alcanzada por la ciudad en el siglo XIX. El Kommende Ramesdorf, en la orilla derecha del Rin, así como el castillo Kreuzberg, en el monte del mismo nombre, son ejemplos de arquitectura clásica. Sobre ellos se destaca el elegante castillo Poppelsdorfer, a pocos pasos de la estación de trenes, cuyo bello parque es ahora el Jardín Botánico.
Otro edificio destacable es la Sterntor, la única parte de la muralla medieval que aún se conserva. Al norte de la plaza del mercado se encuentra la casa del hijo dilecto de Bonn, Ludwig Van Beethoven. Quienes admiren su música harán de la Beethovenhaus el punto de partida de un recorrido por la parte "musical" de Bonn, que se extiende al norte junto al río y comprende la importante ópera y la Beethovenhalle, que anualmente acoge un festival al que concurren los principales melómanos y las más reputadas orquestas.
Sea por conocer la ciudad donde nació Beethoven -de la que, desafortunadamente, poco se ha conservado en pie tras la Segunda Guerra Mundial-, sea para visitar sus museos o recorrer sus parques que se extienden a ambas márgenes del Rin, Bonn es un hito importante en cualquier viaje por Alemania. Su ubicación a pocos kilómetros de Köln-Colonia la convierte por su tranquilidad en un complemento necesario tras una estancia en esa turística ciudad.
"La designación de Bonn como sala de espera para Berlín ha sido un absurdo" escribió el escritor inglés y espía John Le Carré refiriéndose a la elección política que llevó a Bonn a convertirse en improvisada capital alemana. Con ese absurdo definitivamente resuelto, es el momento de visitar la ciudad para apreciar lo que ésta tiene de excepcional: la belleza de sus bosques y palacios, su vida cotidiana inclinada al ocio y al arte y esa insistencia con la que deseaba librarse de aquello que otras ciudades tanto ansían, ser la capital de un país poderoso.



En Bonn se mezclan el estilo barroco y el vanguardista.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Datos útiles
Diario La Capital todos los derechos reservados