El oficialismo de la Cámara alta se abocó ayer a la tarea de sumar voluntades para poder insistir el martes en el recinto con la derogación de la ley de subversión económica, que había sido votada hace dos semanas y fue modificada anteayer en Diputados con un proyecto radical.
Horas después de que fuera aprobado en la Cámara baja el dictamen de minoría impulsado por la UCR para modificar la ley de subversión económica, en el Senado había dos certezas instaladas: que la sesión para debatir este tema será el martes y que el justicialismo dará pelea por la derogación.
El primero en echar al ruedo esta alternativa fue el titular del bloque de senadores del PJ, José Luis Gioja, quien, afirmó que, "si es posible, se insistirá en la sanción original y se hará ley la derogación de la norma".
De hecho, fuentes parlamentarias aseguraron que, sobre la base de los 32 votos que quince días atrás habían empujado la derogación de la norma -30 del PJ y 2 de los provinciales autores de la iniciativa-, el PJ buscaría sumar otros apoyos para llegar el martes al recinto con una mayoría más holgada.
Claro que la posibilidad de conseguir estos avales no era siquiera husmeada por el justicialismo dentro del bloque radical, decidido a defender el dictamen de minoría de la UCR aprobado ayer a la madrugada en Diputados, luego de que fuera rechazado el dictamen de mayoría impulsado por el oficialismo.
Sin embargo, dado que las modificaciones en Diputados fueron aprobadas por mayoría simple, ya sea para la insistencia en el proyecto original de derogación como para la aceptación de los cambios incorporados en la Cámara baja, el Senado necesita sólo la mitad más uno de los votos para hacer primar su criterio.
En este marco, fuentes del bloque de senadores del PJ aseguraban ayer que ya habían logrado sumar "dos apoyos más" para impulsar la insistencia en la derogación de la ley de subversión económica y especulaban con que, de aquí al martes, lograrán "un margen más holgado" aún para la votación.
A favor de esta posibilidad, el oficialismo de la Cámara alta cuenta con el cónclave que el lunes reunirá en La Pampa al presidente Eduardo Duhalde y a los gobernadores del PJ y que podría servir para definir una posición única en torno a la ley de subversión económica, uno de los puntos requeridos por el FMI.
Uno de los aspectos que torna virtualmente inevitable que el oficialismo de la Cámara alta opte por la derogación es que el proyecto de modificación de la UCR, al contrario de lo demandado por el Fondo Monetario, no sólo no deroga la figura de la subversión económica sino que la precisa y agrava sus penas.
Es por eso que las lecturas que ayer se hacían en los pasillos legislativos sobre lo ocurrido anoche en Diputados iban -según las fuentes que fuesen consultadas- desde un fracaso del oficialismo hasta una maniobra del PJ, en algunos casos atribuida a un acuerdo con la UCR, para que en definitiva prospere la derogación.
¿Un plan premeditado?
Justamente uno de los análisis que circularon ayer hablaban de que lo sucedido en la Cámara baja estuvo motorizado por un plan B que el justicialismo habría preparado en caso de que el radicalismo no le votara la derogación de la ley. Así, se estima que la votación del proyecto de subversión económica demostró que, lejos de ser tomados por sorpresa, el bloque justicialista había preparada una alternativa.
Anteayer a la madrugada, tras perder una votación destinada a agregar cambios a la ley, el titular del bloque del PJ, Humberto Roggero, pidió que se votara un proyecto de la UCR, que aumenta las penas y resulta insatisfactoria para el Fondo Monetario Internacional.
La segunda votación resultó afirmativa, pero no alcanzó los dos tercios de los votos. De esa manera, los senadores peronistas pueden imponer por mayoría simple el proyecto que deroga la ley.
Hubo 42 peronistas que votaron en contra del proyecto, un número que demuestra que el propio oficialismo jugó hacia atrás para no alcanzar los dos tercios.
Entre los testigos de la sesión hay quienes aseguran que se vio cómo los principales operadores del bloque del PJ ordenaban a sus diputados votar "uno a favor y otro en contra".
Carlos Alessandri o Manuel Baladrón, por ejemplo, integran la mesa de conducción de la bancada justicialista y votaron negativamente.
Aunque las evidencias demuestran que la decisión era apoyar el proyecto radical con los votos suficientes pero dejando la última palabra al Senado, el PJ estuvo lejos de funcionar como un reloj suizo.