Año CXXXV
 Nº 49.489
Rosario,
sábado  25 de
mayo de 2002
Min 14º
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cartas
Asambleas populares

Las asambleas populares son la consecuencia de años de mentiras, olvidos, estafas a la credibilidad de los ciudadanos, que han demostrado una vasta e inagotable fuente de paciencia. Como todo tiene límite, el pueblo, reservorio de las más caras tradiciones, es capaz de conformar "desde el pie" nuevas formas vivificantes que nos demuestran que nada se pierde, que todo se transforma. Hoy, escuchar por innumerables medios televisivos y en programas buscadores de raiting que "si se nos muere esta Argentina, viene la nada, o tal vez una Cuba" y no sé cuantas pavadas más, me produce cierta repulsión. Advierto que ese pensamiento que se pretende imponer como hegemónico, único posible, es el que las clases dirigentes hasta hoy dominantes, nos quieren hacer creer: sin ellas viene la nada, o sin ellas desaparece la Argentina. En cierta forma tienen razón, se termina la Argentina que ellos disfrutan y persisten en querer mantener como hegemónica. La Nación nunca muere, tan sólo se transforman o cambian los sistemas y/o estructuras que organizan su convivencia. Y en eso precisamente están las asambleas de barrios y muchas otras organizaciones que con contenido popular van creando los hombres y mujeres que desde hace tiempo claman "que se vayan todos, que no quede uno solo". En su accionar aparecen nuevos dirigentes dispuestos a asumir la patriada, lo que nos impone la obligación y el derecho de nutrirlas con nuestra participación.
Amílcar Monti


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