Fernando Gabrich / Ovación
A Argentino le dieron un libreto protagónico: salir a ganar para dejar atrás el descenso. Y de entrada entendió el rol. Pero después le pesó la responsabilidad y terminó utilizando el de actor de reparto. Tenía la obligación de convertirse en la estrella de la tarde y finalizó siendo un integrante más del elenco de equipos que deben luchar y esperar de lo demás para conseguir algo. En el Olaeta, el salaíto cayó ante Argentino de Quilmes por 2 a 1 y dejó pasar la gran posibilidad de salvarse del descenso. Deberá seguir sufriendo.
El esquema que presentó Sergio Barbieri parecía el ideal. Tres en el fondo, lucha en el medio, llegada por las puntas y fuerza arriba. Y así, queriendo copiar el dibujo táctico de Marcelo Bielsa, Argentino se puso en ventaja rápidamente. A los cuatro minutos Bagüí desbordó por derecha, la pelota le quedó al Zorro De la Vega que sacó un zurdazo que rebotó en Campi y se convirtió en gol.
Buen síntoma para un equipo que se sabía protagonista. Pero pasó el tiempo, llegó el golpe en la cabeza de Pablo Ghibaudo (ver aparte) con los 15 minutos de parate hasta esperar su evolución y después el salaíto comenzó a perder el control. Porque el local se quedó sin el hombre más seguro de la defensa y Mario Redondo, que se estaba convirtiendo en la figura de la mitad de la cancha, tuvo que canjear su posición y bajar a la última línea. En definitiva, cedió terreno y seguridad. Y los mates lo aprovecharon.
En el complemento llegaron las complicaciones previsibles. Argentino se arrinconó en su área y a la primera de cambio se lo dieron vuelta. Lemos de cabeza y ante una defensa muy estática -esto incluye al arquero Del Vecchio- puso la igualdad. Y cuatro minutos después, De León le ganó en la lucha a Acevedo y su remate mordido se elevó por encima de la voluntad de un arquero que ayer no tuvo su mejor jornada.
Fue tarde para recuperar el rol protagónico. Argentino ya estaba jugando un papel secundario. Justo ayer, que tuvo la chance de retirarse como la gran figura.
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La Ciudad
