Año CXXXV
 Nº 49.484
Rosario,
martes  21 de
mayo de 2002
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Una lección de acordeón en los dedos mágicos de un virtuoso
Música/Crítica: Ildo Patriarca

U. G. Mauro / La Capital

Intérprete: Ildo Patriarca (acordeón)
Artista invitado: Franco Luciani (armónica)
Sonido: Luis Corniero.
Iluminación: Roberto Coya
Sala: Teatro Provincial Manuel de Lavardén

"Para tocar el acordeón así, hace falta tener dos cerebros", comentó el domingo un periodista radial presente en el Teatro Provincial Lavardén durante el recital que ofreció el acordeonista cordobés Ildo Patriarca.
La particular afirmación hace referencia a la poco común habilidad de este instrumentista para digitar, con la misma maestría, tanto los agudos como los graves en ese difícil instrumento, habilidad ponderada e incluso envidiada por acordeonistas de la talla de Raúl Barboza, nada menos.
Ildo Patriarca, un músico "aficionado" descubierto y apadrinado hace 20 años atrás por los maestros Domingo Federico y Agustín Garnero, tiene dos grandes amores musicales: el tango y la música popular francesa, y en esos géneros se basó lo más aplaudido de un repertorio en el que también ofreció exigentes melodías húngaras como las czardas de Monti, temas clásicos del jazz y hasta marchas patrióticas.
Pocas veces el vértigo y la exactitud, condiciones más elogiables en una licuadora, se hacen presentes en el arte. Para que le fueran útiles en su propuesta artística, el músico las condimentó con sutiles arreglos y su respetuosa libertad creativa, lo que generó permanentes ovaciones en una platea que debería haber estado mucho más poblada.
Ildo Patriarca se propuso la quijotesca meta de mostrar horizontes generalmente ignorados por el público para su instrumento, y por eso se planteó un repertorio con pocas concesiones a lo masivo. Algo esquemático, dividió su recital en dos partes, agrupando los temas por géneros. Patriarca no sólo logró que por momentos el acordeón pareciera un bandoneón; además parecía que en la sala sonaba toda una línea de "fueyes".
"¡Ahhh!", expresaron en estado de éxtasis algunas señoras cuando el músico encaró la interpretación de "Bajo los puentes de París", casi un clisé a la hora de ambientar cualquier cosa en Francia y único tema conocido de la seguidilla de valses musette que ejecutó. Parecida reacción despertó en el bloque de temas clásicos, cuando interpretó el popular "Las hojas muertas".
Ildo Patriarca, no goza -en parte por propia voluntad- del reconocimiento que merece. Hay un denominador común a grandes autores e intérpretes como él, Eduardo Lagos o muchos otros: por miopía de los sellos locales solamente dejaron registro de su producción fuera del país, porque aquí nadie los valora ni los difunde debidamente -los únicos dos discos de Patriarca debieron grabarse en Francia-, pero pese a todo siguen siendo generosos, como cuando el acordeonista invitó al escenario al armonicista rosarino Franco Luciani y juntos interpretaron una invalorable versión de "Alfonsina y el mar".



El sonido del acordeón resulta vertiginoso y exacto. (Foto: Enrique Rodríguez)
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