Un tren "blanco" lleva todas las noches a unas dos mil personas carenciadas que con sus carretas recogen cartones, revistas, diarios y restos de comida en las calles de los barrios de Belgrano, Villa Urquiza, Palermo y Colegiales. Todas las tardes, a las 18.37, desde la estación bonaerense de José León Suárez parte hacia Colegiales el Tren Blanco del ex ferrocarril Mitre, carga en sus seis vagones familias enteras que buscan el sustento diario recogiendo lo que otros tiran.
En cada carrito tirado por los cartoneros hay una historia de vida, una mujer con sus hijos, un hombre sin trabajo, o jóvenes cuyo horizonte laboral es incierto, todos por debajo de la línea de la pobreza.
Pero estos cartoneros se organizaron y lo que comenzó con un simple viaje a la Capital Federal se transformó en un ritual de cinco días a la semana, donde varios coordinadores y delegados organizan la subida y bajada de las carretas al tren.
Daniel Palacios, uno de los coordinadores, dijo que "cada vez hay más gente que viaja en el Tren Blanco. Salimos pasadas las 18.30 de Suárez y después de recoger la basura regresamos desde Colegiales a las 23.22. Toda la familia sale a buscar diarios, papeles, revistas, botellas, cartones, restos de comida y todo lo que se pueda reciclar. Y según el recorrido, juntamos 50 o 60 kilos por carrito", contó.
"Capaz que te toca un día bueno, o regular donde no cargás mucho, pero todo suma para llegar al fin de semana y así poder venderlo", explicó.
Una solución a los conflictos
La idea del Tren Blanco, un servicio fuera de lo común, surgió en parte por los directivos de la empresa TBA para facilitar el viaje de los cartoneros y así evitar conflictos con los pasajeros que viajan todos los días.
"Pagamos un abono de 10.50 cada 15 días para poder viajar en el tren, ese es el valor por persona, pero en la práctica paga uno por cada grupo familiar", deslizó Palacios.
"El CGP (Centro de Gestión y Participación) número 14 del gobierno porteño, en noviembre pasado prohibió que el Tren Blanco parara en la estación Carranza porque pasajeros y vecinos se quejaron por los ruidos ocasionados por los cartoneros".
"Nosotros tratamos de coordinarnos para que todos puedan trabajar. Necesitamos comer de la calle; si algún pasajero se quejó por un carrito rezagado que se subió a un tren común, está bien que las autoridades lo eviten, para eso habilitaron este tren. Al que quiere hacerse el vivo y no acepta viajar en el tren blanco le recordamos el pacto hecho con TBA", recalcó.
Norma Flores, que recoge cartones y botellas con su hija de 8 años, dijo que "la nena me ayuda, además, no tengo con quien dejarla. También a mi hija en los negocios le daban cosas, aunque ahora, con la miseria que hay, no nos dan casi nada".
Ramona, madre de ocho hijos, viaja todos los días a la Capital Federal con cuatro de ellos, de 12, 10, 7 y 5 años. "Mis chicos van al colegio por la tarde y después se suben al tren conmigo. Juegan, corren, se pelean, a veces me hacen renegar. Nos pagan 25 centavos por kilo y con suerte en una semana puedo juntar 72 pesos, por unos 300 kilos de cartones y revistas".
Antonia, de 37 años, aseguró que "hace un año podíamos llegar a juntar 100 pesos por semana, pero ahora hay mucha competencia, ya que viene gente de todos lados: en bicicletas, otros con carritos y hasta se ven muchos con chatas (camionetas)".
Daniel acusó a una cooperativa porque "tiene una flotilla de camionetas que arrasa con la basura de las calles dejándonos en pampa y la vía".
El coordinador denunció que lo que hace esa cooperativa es "una competencia desleal, invaden nuestro territorio, porque no los dejan entrar al microcentro; le pagan 5 pesos por día a cada persona que contratan para cargar las camionetas y luego los recogen y se los llevan".
"Presentamos un proyecto con un plano para dividir las zonas al entonces secretario de Espacios Públicos y Medio Ambiente del gobierno porteño, pero nunca nos dio bola", mencionó Palacios. "Desde hace 8 meses venimos reclamando, lo único que tenemos es este laburo. No robamos, no estamos beneficiados con planes sociales, es el único sustento que nos queda para llevar comida a nuestros hijos", afirmó el coordinador de los cartoneros.
"Ibarra tiene su sueldo, no se tiene que andar mojando, no sufre lo que día a día sufrimos nosotros. Me gustaría que tan sólo un ratito agarre una carreta y salga una o dos horas a juntar basura, para ver qué siente", reflexionó Palacios. (Télam)