Año CXXXV
 Nº 49.483
Rosario,
domingo  19 de
mayo de 2002
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Un mundo desconocido para la narrativa policial
En "Lanús", Sergio Olguín incorpora personajes y conflictos poco usados en la literatura reciente

Osvaldo Aguirre / La Capital

Cualquiera que lea un diario y se detenga en las páginas de noticias policiales podrá comprobar que la mayor parte de los hechos de la crónica roja, y dentro de la totalidad los más violentos y atroces, transcurren en una zona bien determinada del país: el Gran Buenos Aires. El fenómeno forma parte de un proceso que ha sido y es debatido en distintos órdenes de la sociedad. Sin embargo, la sangre no ha llegado todavía a las páginas de la literatura. Pese a la rica tradición de la narrativa policial en la Argentina, no hay escritores que aborden desde la ficción esos conflictos y tensiones tan actuales (y cargados de historias). En este marco "Lanús", novela de Sergio S. Olguín que acaba de publicar Editorial Norma, supone un avance significativo, al rescatar una zona y unos personajes que son casi desconocidos para la literatura.
El protagonista de la historia, Adrián, tiene un trabajo que no lo satisface y varias mujeres a su alrededor con las que no termina de "cerrar" ninguna relación. La verdadera historia comienza cuando, a través de las páginas de un diario, se entera de que un amigo de la infancia fue muerto por la policía, en Lanús, al intentar un asalto. La regla número uno del género policial enseña que lo que aparece en la superficie de la realidad y pretende pasar por versión establecida de un acontecimiento no es más que un engaño. "El lector de novelas policiales -decía Jorge Luis Borges- es un lector que lee con incredulidad, con suspicacias, una suspicacia especial". En este caso, esa norma se torna todavía más evidente porque en el contestador de Adrián quedaron grabadas dos llamadas donde su amigo, Francisco, le pedía ayuda.
Adrián no es un detective pero está obligado a investigar. Se siente comprometido no por un afán altruista sino por su historia personal. En una circunstancia similar, años atrás, Francisco fue el amigo que le salvó la vida. Y en la infancia compartieron, con otros amigos del barrio, un pacto de mutua defensa. Por eso el protagonista debe volver a Lanús, el sitio de su formación.
El reencuentro con los amigos del barrio produce una impresión simultánea de familiaridad y extrañeza. Las conversaciones sobre mujeres y sobre fútbol (uno de los momentos más logrados de la narración), la memoria de las pequeñas cosas de la infancia (también notable por su precisión y por los pasajes de humor que se intercalan) supone un elemento fuerte de cohesión de los personajes como grupo. No se trata de simple nostalgia: es el momento en el que el protagonista aprendió "todo lo que supe sobre mis amigos, sobre lo que tenía que hacer y qué no hacer, sobre lo importante y lo trivial de la vida". Al redescubrir sus orígenes, Adrián afirma su identidad: "era de Lanús como un destino al que no se podía ni renunciar ni modificar", se dice. Sin embargo, las diferencias terminan por ser más gravitantes. La sospecha de que esos antiguos amigos son parte del secreto se impone desde el principio, por lo que el protagonista se ve obligado a establecer nuevas alianzas.
Como es de estilo en los relatos policiales, aquí la verdad se encuentra oculta. El misterio resulta transparente: se sabe que el responsable no puede ser otro que un capitalista de juego al que Francisco le robó plata para pagar un aborto de su novia. Sin embargo hay que demostrarlo, reconstruir la historia desconocida. "A medida que se aclara, todo se vuelve más confuso", dice Adrián cuando se entera de que Francisco fue muerto por la policía de Lomas de Zamora en una especie de invasión territorial que parece inexplicable y contiene la clave de los sucesos.
La narrativa policial en la Argentina ha sido un género menor en términos de prestigio literario y a la vez extranjero, en el sentido de carecer de características propias. El problema de la reinvención -o al menos de la asimilación- de los modelos ha recibido diversas respuestas en la ficción nacional. Sergio S. Olguín (Buenos Aires, 1967) produce una declaración personal y descubre un nuevo espacio en el ámbito de la infancia y del mundo suburbano. Otra característica notable de "Lanús" es el raro equilibrio entre la historia principal y las numerosas anécdotas secundarias: cada uno de los capítulos es una unidad cerrada que puede leerse casi en forma autónoma y a la vez como un engranaje necesario del conjunto.



La portada de "Lanús", el libro editado por Norma.
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