Año CXXXV
 Nº 49.483
Rosario,
domingo  19 de
mayo de 2002
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Un chico de 16 años mató de un disparo a su hermano de 13
Confuso accidente en Servando Bayo al 1000. No se sabe de dónde salió el arma

Un chico de 13 años murió ayer a la madrugada al recibir un balazo en el pecho disparado por su hermanastro también menor de edad, quien manipulaba un revólver calibre 22 y habría accionado el arma en forma accidental. El episodio se produjo cuando la víctima y el presunto autor del disparo se encontraban reunidos con dos menores y un muchacho mayor en una vivienda del barrio La República, en la zona oeste de la ciudad. Hasta ayer los investigadores de la seccional 6ª calificaban al caso como un "presunto accidente", pero lo que no estaba claro es de dónde salió el arma.
Marcos Figueroa falleció al recibir un balazo en el pecho mientras estaba en la casa de Adrián Moya, un amigo de 20 años, en Servando Bayo 1040. El chico había llegado allí junto con J. H., su hermanastro de 16 años, y otro adolescente de la misma edad. Los nombres de estos dos jóvenes se mantienen en reserva por razones legales.
De acuerdo a lo que pudo establecer la policía, los cuatro muchachos habían estado previamente reunidos con otro grupo de chicos y chicas. Cuando eran cerca de las 3 de la mañana decidieron ir hasta lo de Moya con el fin de ver una película en video y comer una pizza. Los chicos llegaron hasta la vivienda de Servando Bayo entre San Juan y San Luis y según contaron fuentes policiales se disponían a comer una pizza que habían pedido por teléfono.

Al corazón
El disparo ocurrió cuando los chicos estaban en una especie de galería que Moya utiliza como taller de reparación de motos. Marcos se había subido a uno de los rodados que estaba en el medio de ese ambiente. Hasta que en un momento dado J. H. repentinamente extrajo un arma de la cintura y dijo: "muchachos, miren lo que tengo". Alguien intentó disuadirlo, pero en un instante el arma se disparó y una bala penetró en el pecho de Figueroa y le tocó el corazón. El chico se desplomó en el acto y murió allí mismo ante la mirada de terror de sus amigos.
Cuando la policía llegó al lugar, J. H. confesó lo que había hecho y también entregó el arma homicida a las autoridades de la seccional 6ª. La investigación del caso quedó a cargo del juez de Menores Juan Leandro Artigas, quien ayer a la tarde iba a decidir si el chico debía continuar arrestado o si sería entregado a sus padres. En esa misma seccional J. H. prestó declaración indagatoria junto a su madre y habría realizado un relato convincente de cómo ocurrió el accidente.
Una fuente de la investigación contó que los testimonios de quienes estaban junto a Figueroa eran coincidentes en que todo se trató de un accidente. Pero la mayor incógnita que tenían los policía era establecer de donde salió el viejo revólver calibre 22 que J. H. tenía en su poder. "El chico dijo al principio que lo encontró en la calle, más precisamente en San Juan y Carriego y que se lo guardó", comentó un vocero.
Pero la sospecha más fuerte que circulaba ayer era que alguien le haya entregado el arma probablemente para que cometiera un delito. "Que esto fue un accidente no nos quedan dudas, ahora de dónde sacó el revólver y para que lo tenía encima es otro tema", se sinceró un allegado a la causa. Según trascendió ayer, el chico imputado posee un antecedente por intento de robo de automotor.



El frente de la casa donde se produjo el fatal incidente. (Foto: Angel Amaya)
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