Marc Jourdier
Jerusalén. - El acuerdo que permitió poner fin al asedio de la basílica de la Natividad en Belén es un compromiso que si bien no satisface plenamente a israelíes y palestinos, les permitió salir lo antes posible de esa crisis. Al parecer, nadie cantó victoria y en ambas partes se levantaron críticas hacia un acuerdo que consideran inaceptable. Para numerosos palestinos, lo más difícil es asumir la expulsión de 13 de los suyos, estimó el analista palestino Ghassan Jatib, haciendo hincapié en que la partida de otros 26 hacia Gaza, donde tendrán libertad de movimientos, es más que nada una victoria. "Los palestinos son muy sensibles al exilio (dado que) uno de los principales objetivos de su combate es el retorno", de aquellos que debieron abandonar sus tierras cuando la guerra de 1948 y la creación del Estado de Israel, y sus descendientes (en total, 3,7 millones de palestinos), explicó este analista refiriéndose a una de las principales reivindicaciones palestinas. "En el plano emocional, este acuerdo no es bueno" para los palestinos, añadió. "Es un grave precedente y una catástrofe", apuntó Issa Karake, presidente de una entidad defensora de presos, cuya sede está en Belén. "Temo que este acuerdo dé paso a otras expulsiones", añadió. La misma interpretación hizo Hatem Abdel Kader, miembro del Consejo Legislativo Palestino para Jerusalén. "Es un retroceso cuando se considera que los palestinos deberían pedir el derecho al regreso". Pero si muchos palestinos critican este acuerdo, también hay "numerosas voces menos ruidosas dispuestas a aceptarlo" pues entienden que si los palestinos no obtuvieron "todo lo que querían, era (no obstante) el único medio para salir" de la crisis, explicó Jatib. En su opinión, el acuerdo debería ser "aceptado ampliamente" pues el regreso en libertad a Gaza de 26 de los asilados en la basílica lava la afrenta de los 13 que partieron al exilio. De su lado, el Estado hebreo puede considerarse satisfecho por haber expulsado a esos 13 palestinos, que describe como "terroristas muy peligrosos". Para el analista israelí Mark Heller, "lo más importante es que estaremos en condiciones de impedirles regresar". Los otros 26 que fueron trasladados a Gaza "hubiera preferido que estuvieran en la cárcel o bajo control internacional" en los territorios palestinos, añadió Heller, investigador en el Centro Jaffee de Estudios Estratégicos en la universidad de Tel Aviv. "Pero este acuerdo no es malo, pues será más fácil mantenerlos en la franja de Gaza", que el ejército controla mejor que Cisjordania. El presidente palestino, Yasser Arafat, consideró que este acuerdo es un "paso muy importante", pero Heller estima que esas palabras serán "municiones" para sus detractores, debido a la expulsión de los 13. En Israel también surgieron fuertes críticas al acuerdo. El ministro israelí sin cartera Danny Naveh, miembro del Likud, el partido del primer ministro Ariel Sharon, se declaró "asqueado al constatar que esos desgraciados parten, en lugar de pudrirse en la cárcel el resto de su vida". Inclusive el ministro israelí de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, una "paloma" del Partido Laborista, expresó sus reservas al estimar que el acuerdo sienta un "mal precedente" en la medida en que Israel "hubiera preferido juzgar" a los 13 que partieron al exilio. Pero después de 39 días de asedio, al parecer las dos partes querían terminar con esto, y sobre todo Israel, puesto que el asedio de la basílica de Belén, lugar santo de enorme simbolismo para el cristianismo, ha provocado consecuencias desastrosas en la imagen del Estado hebreo. (AFP)
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