| | cartas Amor y consideración
| El 4 de abril pasado una empresa de urgencias trasladó a Pami II a mi esposo Juan Romero. Estaba en estado de coma. Pasado un momento me llamó una médica para decirme que en las condiciones en que mi esposo estaba no podía dejarlo internado, por lo tanto debía llevarlo a mi casa. La excusa era "que los respiradores y el servicio de terapia son sólo para personas recuperables". A todo esto pasaron largas horas sin miramientos de compasión ninguna, quizás esperando un desenlace y evitar darle una mínima atención para aliviar la situación. A las 20, tomó servicio otra médica y comenzó a atenderlo, demostrando su calidad profesional y humana. Deseo con este testimonio pedirles a todas aquellas personas que tienen responsabilidades, traten a los enfermos con amor y consideración, igual que si fuesen sus propios familiares. María Diéguez
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