| | Editorial El primer paso
| El equipo que ha tomado las riendas de la economía argentina, encabezado por Roberto Lavagna, enfrenta un enorme desafío: es que resolver los gravísimos problemas que mantienen al país encerrado en un círculo vicioso significa, sin dudas, una tarea ciclópea, más aún en el marco de debilidad política que caracteriza en este momento al gobierno. De los pasos que se habían planteado como clave al iniciarse esta crítica semana, uno muy importante ha sido dado: la eliminación del temible coeficiente de estabilización de referencia (CER) para la actualización por inflación de créditos hipotecarios ya es un hecho, e implica el cierre de un frente conflictivo dentro de una dura batalla contra el tiempo. Los otros puntos a cumplir dentro del áspero cronograma que constituye la agenda de Lavagna incluyen las modificaciones en las leyes de quiebras y subversión económica, tan reclamadas por el Fondo Monetario Internacional, y la imprescindible resolución del célebre "corralito" de los depósitos bancarios mediante la emisión de una batería de bonos garantizados por el Estado nacional. Claro que, en este caso, la comprensible y contundente oposición de numerosos ahorristas se erigirá en un formidable obstáculo cuya superación demandará esfuerzos de imaginación por parte del elenco gobernante, minado en su credibilidad como toda la clase política. Sin embargo, dentro del grave panorama que incluye tantos dilemas irresueltos debe hacerse hincapié en la atinada decisión de erradicar el CER de cuajo, en clara defensa del interés de los eslabones más débiles de la cadena. Los beneficiarios de la eliminación son los tomadores de un préstamo cuya garantía es una vivienda única, familiar y de ocupación permanente, quienes estaban angustiados ante la espada de Damocles en que se había convertido el brusco cambio en las condiciones de pago. A partir de la derogación del polémico coeficiente se extingue, entonces, un peligroso foco de tensión social y se brinda una señal explícita sobre el rumbo futuro. De todos modos, la incertidumbre dista de haberse despejado. Sólo se ha dado el primer paso para desandar un largo camino; en las próximas jornadas se podrá vislumbrar si el rumbo elegido es el correcto para apartar al país de una crisis que parece no tener epílogo.
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