Año CXXXV
 Nº 49.471
Rosario,
martes  07 de
mayo de 2002
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Reflexiones
Cuadro de situación

Pedro Wolkowicz

La crisis argentina es aún más dramática, porque a ningún sector parece interesarle la Argentina. Cada uno piensa en su propio beneficio aunque ello implique profundizar aún más nuestra desesperanza. Salvo alguna honrosa excepción, los programas periodísticos que aparecen en nuestra televisión se dedican descarnada o simuladamente a demostrar cuál es el más incisivo en denostar al gobierno, atribuyéndole, aun, culpas que no tiene. Con todo desparpajo en uno que va los domingos a la noche, el caracterizado politicólogo que lo dirige le pregunta a un periodista sobre cuántos días cree que durará Duhalde en el poder, mientras que en el otro se enrostra al presidente con las más impensadas groserías y en uno de reciente programación se mostró como gran novedad la puerta secreta de la Casa de Gobierno por donde saldrá Duhalde cuando lo echen.
Es obvio que estos periodistas no acompañan con mesura la grave situación por la que atravesamos. Es como si no formasen parte de nuestra sociedad, como si la Argentina les fuere algo ajeno que les sirve solamente para mejorar su ráting, sin importarles en sustancia lo que en ella sucede.
Por el otro lado, están nuestros sindicalistas. Moyano, luego de la renuncia de De la Rúa se llamó sorprendentemente a silencio, dedicándose solamente a aparecer fotografiado primero con Rodríguez Saá y luego con Duhalde. Ello, hasta que por razones desconocidas rompe con este último y llama a un paro nacional para el 14 de mayo, volviendo así a su hobby de hacer huelgas porque tiene bajo su control al gremio del transporte. A su vez Daer, que pedía romper con el Fondo, como única salida para el país, súbitamente se llama a sosiego a pesar de los catorce puntos de los gobernadores que fijan una política en sentido contrario y Barrionuevo, que tanto molestaba en el Senado, pasó a ser aliado logrando así que su esposa sea designada ministra de Trabajo.
Es obvio que a ninguno de ellos les interesa la patria, porque priorizan meros intereses personales sin importarles que con tal actitud lo único que hacen es socavar las bases de una tranquilidad que tanto necesitamos.
Los precios de los productos de fabricación nacional, aun con un dólar triplicado en su valor, no tienen por qué tener el aumento que tanto disminuye el salario de los argentinos, pero mientras ello sucede todos los medios, especialmente los televisivos, hacen saber de estos aumentos como una forma de tirar más leña al fuego, sin asumir la obligación de explicitar, al menos, su componente especulativo.
En síntesis: es como si todo el país estuviere jugando un campeonato en el que gana quien más daño le hace a su propia sociedad.
Por un lado, el extremismo de izquierda está en la gloria, pues ha encontrado el ámbito propicio para hacer lo único que sabe, que es destruir, y por el otro el de derecha se encuentra agazapado buscando el momento para sentar sus reales. En el medio de todo ello, está nuestra Argentina.
En EEUU, cuando ante la renuncia de Nixon asumió Ford, en virtud de lo que disponía su Constitución, nadie lo cuestionó porque no había sido elegido por el pueblo. Tenía un mandato aún más legítimo, el que nacía de su Carta Magna.
Aquí se cuestiona a Duhalde por falta de legitimidad, cuando fue designado, como correspondía, por el Congreso y se pide elecciones adelantadas, cuando y a pesar de Duhalde y de su incapacidad de ejercer un debido liderazgo, lo que cada sector debe hacer es aportar sanamente lo suyo, para apuntalar a este gobierno que no nos gusta, pero que está en un tiempo y espacio donde no se vislumbra nada mejor a la vista.
En un país en crisis como el nuestro y con el déficit de conducción existente, lo único que queda por hacer es el comportamiento en positivo como forma de ayudarnos a nosotros mismos para salir de este pantano. No tenemos otra alternativa y debemos aferrarnos a ella porque el futuro puede ser más desastroso que este feo presente.


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