Detrás del crack en ciernes fluyen rasgos de un pibe en plenitud. Que goza de este presente futbolístico con la obstinación de desmarcarse del ruido de las comparaciones. Sobre todo si el elegido para trazar semejanzas en torno a su gran actualidad es nada menos que Romario. -¿Cómo fue la anécdota que contó Menotti cuando te comparó durante un entrenamiento de la semana con Romario? -No, no me comparó con Romario. Es una locura que me comparen. El Flaco me lo puso como ejemplo porque Romario cada vez que en una práctica no convierte muchos goles, el domingo hace dos o tres goles. Y cuando en un entrenamiento anda derecho, el fin de semana no mete una. -Bueno, a vos también te sirvió el ejemplo porque durante la semana habías errado varios goles y el domingo ante Gimnasia anotaste por partida doble. -Sí, es cierto. Menotti me hizo practicar muchas jugadas de definición. Por suerte las cosas se están dando y el equipo está respondiendo a lo que quiere el técnico. -Cuando no convertiste goles durante un par de fechas, ¿empezaste a desconfiar de tu juego? -No desconfiaba de mis condiciones pero sabía que no estaba haciendo las cosas bien. Cuando el delantero no convierte es lógico que sea criticado por la gente. -¿Es cierto que no lo podías creer cuando viste el gol que te erraste ante San Lorenzo debajo del arco? -Sí, me quería morir. Me pegó en la canilla y se me fue por arriba. No sé qué me pasó, ese gol era más fácil hacerlo que errarlo. -¿Era una carga llevar varios partidos -Vélez, Newell's y San Lorenzo- sin convertir goles en el Gigante? -No diría una carga pero sí necesitábamos ganar ante nuestra gente. Para colmo cada vez que jugábamos en el Gigante el equipo jugaba bien pero al final terminábamos empatando cero a cero.
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