"Estamos destruidos. Nadie merece morir así. Silvana era una persona luchadora, que vivía para que sus hijas pudieran estudiar en la universidad. No paraba de trabajar". Elba y Roberto Di Iorio y Benito Luini, tres vecinos de Saavedra Lamas al 6100, definieron con esas palabra a la mujer asesinada el lunes. La muerte de Zilli hundió en un profundo dolor, no solo a familiares y vecinos, sino también a las comunidades de las escuelas donde trabajó como portera. Actualmente lo hacía en el Colegio Don Bosco, de Humberto Primo al 1100, donde uno de los curas que más la apreciaba sufrió una descompensación cuando le dieron la mala noticia. Silvana también trabajó en el Federico Leloir y en el Cristóforo Colombo. Quienes la conocieron aseguran que Silvana siempre trabajó para que sus hijas pudieran estudiar. Liliana, de 20 años, cursa periodismo en el Círculo de la Prensa, y Gabriela, antropología en la Facultad. Todos coinciden que era una luchadora porque al separarse de su primer marido, con el que convivía en Punta Alta, decidió regresar hace 18 años al barrio donde había nacido y allí criar y educar sola a sus hijas. Cuando la muerte la sorprendió, Silvana intentaba rehacer su vida sentimental y mantenía una relación desde hacía un tiempo con un hombre que vive a escasos metros de su casa.
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