La idea de imponer retenciones a las exportaciones agropecuarias desató duras críticas de parte de los sectores ligados con esta actividad que alertan sobre las pérdidas que ocasionará una medida de estas características sobre los ingresos no sólo de la industria sino también de los productores. La Bolsa de Comercio de Rosario, que junto a su par de Buenos Aires están trabajando en una estrategia común para oponerse a esta medida, salió ayer al cruce de esta posibilidad y señaló que está sustentada en una visión "extremadamente simplista y cortoplacista", que a su criterio sólo "tiene en cuenta la posibilidad de una recaudación inmediata y se desentiende de sus efectos distorsivos hacia el futuro". "Las retenciones a las exportaciones son impuestos que castigan al productor de bienes transables internacionalmente, que deforman la asignación de recursos de la economía y que conllevan un sesgo antiexportador", aseveró Federico Boglione, presidente de la Bolsa de Comercio local. El directivo precisó que "están muy equivocados quienes suponen que el total total de la devaluación se trasladó a los precios de venta de los granos". Por caso, "basta con transformar a dólares los precios que hoy se negocian en los mercados para comprobar que esa traslación fue sólo parcial", remarcó Boglione, y lo justificó por la escasez de crédito internacional y el incumplimiento del Estado en la devolución de créditos por impuestos. Además, aclaró que quienes impulsan las retenciones pierden de vista que el productor agrícola es, al mismo tiempo, fuerte consumidor de insumos importados y de tecnología aplicada a su explotación, que también sufrió el impacto de la devaluación. Por otra parte, las entidades bursátiles, tanto la local como la porteña, hacen hincapié en los subsidios que enfrentan los exportadores argentinos en relación a otros países y que presionan a la baja de los precios internacionales de los granos. Mientras el sector agroexportador está al rojo vivo, ayer el vocero presidencial Eduardo Amadeo volvió al ruedo con el tema que fue anunciado la semana pasada por el ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, y aseguró que "no se descarta la posibilidad" de recurrir a este instrumento para paliar la difícil situación de las cuentas públicas, en un contexto de caída de la recaudación y la actividad económica. Amadeo aclaró que la Nación "está negociando con algunos sectores económicos esa variable". Para el tributarista Guillermo Fernández, del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires "cuando hay devaluación la teoría económica dice que hay que acompañarla con retenciones a las commodities, porque si no, al vendedor le conviene vender afuera y sube los precios adentro". "Las retenciones no quitan renta genuina, lo que hacen es captar parte de la sobrerenta que se obtiene a partir de la devaluación", agregó Fernández, aunque indicó que "en este tema, hay que reconocer que todo el mundo subsidia al agro y que si ponemos retenciones no lo estaríamos tratando igual". De todos modos, el especialista opinó que "el agro está mejor colocado que el empleado público y la crisis recaudatoria hace que todo valga". Por otra parte el lunes el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Enrique Crotto, salió a pedir que no haya retenciones al agro, que aporta un 52 por ciento de la masa total de envíos al exterior. En el gobierno especulan con que la alícuota del 5 por ciento llevaría al Tesoro unos 1.400 millones de dólares anuales y temen que sin la imposición de las retenciones, el Fondo Monetario Internacional no va a considerar "sustentable" el plan económico del presidente Eduardo Duhalde. El economista Orlando Ferreres, quien ocupó la Secretaría de Coordinación Económica durante la primer etapa del gobierno de Carlos Menem, dijo por su parte que la vuelta de las retenciones "es una locura y una improvisación", y agregó: "Yo saqué los derechos de exportación del agro en 1989 en una escala descendente".
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