Año CXXXV
 Nº 49.400
Rosario,
domingo  24 de
febrero de 2002
Min 14º
Máx 27º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Berna: Mientras cantan las fuentes

Patricio Pron

Hay un agradable contraste entre Roma, la ciudad de las fuentes monumentales, y Berna, la de las fuentes diminutas. El mismo contraste que, puede decirse, existe entre la opulencia católica de Roma y la sobriedad, el aire de austeridad de aquellos pueblos protestantes de provincias en los que todos se conocen y es imposible ser malo.
En Berna cada calle tiene una fuente y cada fuente una estatua. Estas estatuas nunca alcanzan el tamaño natural. Sus colores alegres y la gracia de sus figuras hacen que la enseñanza moral que ocultan no pase como admonición sino como alegre sugerencia. El escritor venezolano Germán Arciniegas describió la impresión que provocan de la siguiente manera: "Pasar de Roma a Berna es ir de las grandezas del resonante Renacimiento a los cuentos pintados para niños, del alarde tumultuoso de los carneros líquidos a unas plumas de acueducto pueblerino que se oyen como las cajas de música que hacen los relojeros".
Es probable que la primera fuente fuera construida hacia el año 1200 por los frailes dominicos. De la pila beberían los caballos y de los chorros los comerciantes, atraídos por la importancia de la por entonces joven ciudad, fundada en 1191.
Quien camina por Berna, acompañado por el murmullo del agua en las fuentes, puede contarlas e intentar comprender su simbología. Hay fuentes coronadas por caballeros, por apóstoles, por un gaitero, por personajes bíblicos como Moisés y Sansón y hasta por un ogro. En esta última, el ogro carga una bolsa repleta de niños, uno de los cuales se está comiendo.
Arciniegas escuchó que el ogro representaba a un judío de quien se contaba que había asesinado a un niño; más tarde encontró la tumba del niño en la catedral, y afirma que aquel rumor sirvió para saquear las tiendas de los judíos y expulsarlos de Berna, aunque luego se demostrara que no había niño muerto ni judío asesino.
Una de las fuentes de Berna fue pagada por un zapatero. La del gaitero fue costeada por la corporación de los músicos y constituye, en sí, una forma de expresión política y de civismo en una ciudad que nunca careció de ellas. Pese a estar vestido con los colores de la ciudad, el gaitero tiene rotos los zapatos y padece las burlas de un mono, en una alegoría de la pobreza en que por entonces vivían los músicos de la corporación, una pobreza que sin embargo no les impidió costear una fuente que embellecería durante siglos a su ciudad.
Pese a su aire de ingenua maravilla infantil, las fuentes han sido escenario de disputas políticas. Se dice que a menudo eran arrojados en ellas los funcionarios que incumplían sus obligaciones. En Berna, donde la rectitud y la austera honradez parecen gobernarlo todo, los habitantes narran a menudo estas historias a modo de enseñanza para quienes deseen escucharlos, mientras cantan las fuentes.



Por cada fuente, una estatua que esconde una leyenda.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados