Paola Soldano
En Cachi, donde el sol es un habitante permanente, hay muchos alfalfares y extendidas plantaciones de pimientos colorados, que en los días cercanos a fin de año se ponen a secar al sol en las laderas bajas para hacer luego su famoso pimentón, condimento de sabor inigualable. Actualmente Cachi, uno de los poblados más lindos de los Valles Calchaquíes salteños, tiene algo más de 7.200 habitantes y en su típica arquitectura colonial se destacan la iglesia, fundada en el siglo XVIII y declarada monumento histórico nacional, y también el museo arqueológico Pío Pablo Díaz, que refleja en sus más de 5.000 piezas unos 10.000 años de historia. Fundado en 1655 por mandato del gobernador Gonzalo Abreu y Figueroa, Cachi, La Tierra de la Sal, tiene calles empedradas, veredas altas, bajas casonas coloniales y una plaza rodeada por pircas que fue y sigue siendo lugar de reunión de sus pobladores. Además de la agricultura y la ganadería, los cacheños de a poco se están dedicando al turismo; un poco por la belleza que los rodea y otro porque en las entrañas de la tierra guardan su identidad indígena, un legado que es preciso compartir. Visitar Cachi es recorrer un camino pleno de sensaciones, como el asombro que producen siempre la imponente quebrada de Escoipe y la recta de Tin-Tin, que a 3.000 metros de altura muestra el perfecto trazado de 12 kilómetros hecho por los incas. Hoy el pueblo muestra un aspecto renovado a partir de la reapertura de la tradicional hostería Sol del Valle, ahora ampliada y refaccionada, establecimiento que integra la red de albergues del Automóvil Club Argentino. En las cercanías se puede visitar el parque nacional Los Cardones y sus custodios vegetales; la magia del Valle Encantado; la Cuesta del Obispo y finalmente la Piedra del Molino, un lugar privilegiado entre la certeza de la tierra y la sutileza del cielo. Más adelante aparece el nevado de Cachi, la cadena de montañas de nueve cumbres -la más alta roza 6.700 metros-; y después las ruinas de las Pailas y la Puerta La Paya, con sus misteriosos yacimientos arqueológicos y las tumbas y murallas incaicas. A Cachi se puede llegar en auto, en ómnibus o contratando alguna de las muchas excursiones que la visitan a diario. Desde la ciudad de Salta hay que tomar la ruta provincial 33 y desde Cafayate la nacional 40. También se puede llegar hasta su pequeño aeródromo, que tiene una pista de aterrizaje pavimentada. La hostería recuperada está en lo más alto de Cachi y tiene 33 habitaciones equipadas con teléfono, televisor y frigobar. Hay buena calefacción para los noches frías, se pueden alquilar DVD y en los baños se instalaron hidromasajes. Afuera están las cocheras, una piscina, juegos infantiles y asadores, y hay muchos animales dóciles y autóctonos que deambulan por allí. En el restaurante sirven platos de la cocina internacional y también de la típica cocina salteña. Cachi está a 157 kilómetros de la capital salteña, a 2.280 metros de altura sobre el nivel del mar y atravesada por los ríos Cachi y Calchaquí.
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