Pablo Mihal / La Capital
Falta exactamente una semana para que comience el Campeonato Argentino y a juzgar por lo visto ayer en el partido que sostuvo frente al seleccionado de Entre Ríos, el de Rosario va a tener que hacer camino al andar ya que en siete días es muy poco lo que se puede corregir o cambiar. En los papeles Rosario se impuso por 33 a 24 y como triunfo en sí vale, pero es un marcador que mínimamente encendería una luz de alerta si se tiene en cuenta que ambos seleccionados son de distinto nivel (Rosario juega en la zona Campeonato y Entre Ríos en la zona Norte del Ascenso). Como atenuante podría decirse que es el primer partido "oficial" del año (por darle un nombre a la confrontación), pero lo cierto es que a lo largo de 80 minutos esta presentación de Rosario dejó varios puntos para analizar, por lo que en una situación inversamente proporcional los entrenadores tendrán un arduo trabajo en un lapso de tiempo muy corto. Ayer Rosario mostró varias facetas durante el partido y muchas de ellas servirán sin duda para que el equipo tome su perfil definitivo. Como si se hubiesen intercambiado los roles lógicos, ayer fue Entre Ríos quien durante todo el primer tiempo tuvo la propuesta de juego, la iniciativa de ir hacia adelante y de comprometer al equipo que hace cuatro meses atrás se ganó el tercer puesto a nivel nacional. Las acciones se sucedían de acuerdo a lo que hacía o dejaba de hacer el conjunto entrerriano. Enfrente Rosario hizo poco y nada. Una tibia reacción a los 10', donde llegó a pisar la línea de 22 adversaria pero que no comprometió la última línea, y algunos arrestos individuales como chispazos le sirvió para emparejar la balanza en el marcador, no en el juego donde sin lugar a dudas quedó en deuda. Alfonso Amuchástegui (uno de los más regulares del equipo) y Maximiliano Nannini fueron los autores de los tries del primer tiempo que parecieron de otro partido ya que durante los primeros cuarenta minutos Rosario se caracterizó por tener pocas ideas y una llamativa falta de actitud que quedó de manifiesto en la casi ausencia de tackles. Otro dato no menor fue la gran cantidad de pelotas perdidas en el contacto. En las formaciones Rosario no tuvo durante este período la solidez necesaria y salvo en el line (donde siempre tuvo una gama interesante de variantes) en el resto el balance arrojó números rojos (léase scrums, rucks y mauls), siempre atendiendo que enfrente estuvo Entre Ríos y no Buenos Aires (sin desmerecer al conjunto entrerriano). Pero en el complemento la cosa cambió. El ingreso de algunos jugadores favoreció al equipo y también al juego. Por ejemplo, con la entrada de Céspedes y fundamentalmente con la de Kolonisky, Rosario gano solidez en el scrum, y los ingresos de Leandro Bouza y Magín Moliné le aportaron más dinámica al juego (se los vio con muchas ganas de jugar). Aunque no mostró todo su potencial, Rosario superó una prueba más. No obstante el examen más importante comienza en una semana y allí no servirán las excusas. Ahí los jugadores tendrán la última palabra.
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