Mientras Amandine, la primera francesa nacida por fecundación artificial, se dispone a festejar sus 20 años en la más completa intimidad, su "papá científico", el profesor Rene Frydman, se lanza a una nueva aventura destinada a causar tanto o más escándalo que el nacimiento de aquella primera bebé de probeta. Frydman, jefe de la sección maternidad del hospital Beclere en Clamart, cerca de París -el mismo donde nació Amandine-, anunció que solicitó oficialmente al Comité Nacional de Etica, la autorización para programar in vitro a "niños medicina", cuyas células podrían curar a sus hermanos enfermos. La experiencia ya se llevó a cabo en EEUU hace algunos años, cuando un niño, llamado Adam fue concebido genéticamente para salvar a su hermana Molly, de seis años, a causa de una enfermedad de la sangre, la anemia de Fanconi. Molly se encuentra en vías de curación después de que recibió una transfusión de células provenientes del cordón umbilical de su hermano. Los resultados positivos de la técnica, que en su momento estremeció a una buena parte de los expertos franceses de ética e investigación, terminaron de convencer al profesor Frydman y su equipo para intentar ponerla en práctica a la brevedad. "Actualmente hay seis o siete parejas con niños muy enfermos que hicieron averiguaciones sobre el procedimiento en nuestro hospital", dijo el médico. "Técnicamente estamos listos", agregó Frydman. "Comprendo a los padres que están dispuestos a todo para salvar a su hijo enfermo -señala el profesor Jacques Montagut de Toulouse, otro gran especialista francés del sector-. ¿Qué sucederá si, a pesar del nacimiento, el tratamiento no funcionara y el hermanito enfermo que debía salvar, muere?", se preguntó el especialista. "El gran riesgo es que el pequeño lleve dentro suyo, toda su vida, un agobiante sentimiento de culpa", opinó. (Ansa)
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