Año CXXXV
 Nº 49.396
Rosario,
miércoles  20 de
febrero de 2002
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Confirman una pena de ocho años de prisión por homicidio
Hernán Bozzo se declara inocente por el crimen de su tío. Pedirá anular el juicio

Jorge Salum / La Capital

Hernán Rafael Bozzo aún niega ser quien asesinó a su tío Héctor Mondaini en el bar Calle Real de Laprida y San Lorenzo. El muchacho, de 33 años, siempre habló de la obra de un asesino desconocido. Sin embargo, para la Justicia es quien apretó el gatillo la madrugada del 29 de julio de 1998. Primero un juez y ahora tres camaristas dijeron que es el homicida. Bozzo pronto podrá salir en libertad condicional por el tiempo que lleva en prisión como detenido ejemplar, pero no se da por vencido y su abogado ya está pensando ir más lejos y pedir la nulidad del juicio.
Bozzo y el letrado que lo defiende, Claudio Puccinelli, habían apelado la condena a 8 años de prisión que le dictó el juez Luis Giraudo, pero los camaristas Héctor Navarro, Otto Crippa y Rubén Jukic la ratificaron a fines de diciembre y se lo comunicaron la semana pasada.
La noche que mataron a Mondaini, de 64 años, sólo Bozzo estaba con él. Era el dueño del bar y su tío el encargado. El dijo que un desconocido los sorprendió cuando salían a la calle y disparó a quemarropa. Esto sirvió para que la Brigada de Homicidios detuviera por unas horas a un cuidacoches que paraba en la zona, pero pronto la hipótesis cayó y Bozzo se convirtió en el principal sospechoso.
Luego declaró que él intentó perseguir al homicida, pero un testigo lo desmintió. Se trata de un taxista que lo vio salir y disparar al aire. Esta persona no vio a nadie huyendo del lugar.
El crimen ocurrió a la 1.45 de la mañana. Mondaini recibió una descarga en el interior de un pasillo que da a la calle San Lorenzo. La ambulancia llegó un rato después, cuando ya estaba muerto.
Ni el juez Giraudo ni los camaristas de la Sala III creyeron en la historia narrada por Bozzo sobre un asesino ignoto, pero en la causa no hay un móvil para explicar por qué mató a su tío. La prueba que más lo compromete es el arma homicida, un revólver calibre 38 que pertenecía al condenado. El declaró que se lo habían robado días antes del crimen, pero jamás hizo la denuncia y por eso los investigadores no le creyeron.
Otro dato es que en el expediente hay una supuesta confesión de Bozzo ante la Brigada de Homicidios. Allegados al muchacho dijeron a La Capital que ese relato fue arrancado bajo torturas y que por eso no se repitió ante la Justicia. ¿Por qué no denunciaron los apremios? El interrogante no tuvo respuestas.
Según la confesión presuntamente arrancada bajo presión que sin embargo la Justicia convalidó, Bozzo y Mondaini discutieron por el reparto de las ganancias que dejaría la venta del bar y en medio de esa pelea su tío lo amenazó con perjudicar a su madre. Entonces él se obnubiló, sacó el arma y disparó. Los jueces nunca dieron crédito a esta historia y en su sentencia Giraudo dijo que en el expediente no hay "ni un solo elemento" que pruebe la supuesta presión policial.
Bozzo está detenido en la Unidad Penitenciaria Nº III de Ricchieri y Zeballos. Dicen que tiene una conducta ejemplar y que aún continúa declarándose inocente. También escribe poemas y una novela que piensa publicar una vez que vuelva a ser un hombre libre. Sus amigos lo describen como un muchacho "muy inteligente y sensible", y la revista "El Fisgón", que dirige el periodista Luis Etcheverry, ya publicó dos de sus poesías.
Independientemente de los pasos que siga ahora su abogado, Bozzo ya cumplió dos tercios de la condena y por eso está en condiciones de abandonar la cárcel. Eso ocurrirá una vez que se completen los trámites formales.



El crimen fue en la esquina de San Lorenzo y Laprida.
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