Los refugios de montaña barilochenses San Martín, a orillas de la laguna Jakob, y Frey, en el famosísimo cerro Catedral, festejan su aniversario durante el mes en curso. Lo celebran con recorridos semanales por varios de estos cálidos refugios de altura y una soberbia bacanal culinaria.
No es necesario ser un experto andinista ni escalador para adentrarse por los caminos boscosos que rodean los cerros de Bariloche, llegar a los refugios y emprender trekkings que pasan por ríos y lagos para ver, desde lo alto, una de las comarcas más bellas del mundo.
Este paseo es conveniente para el bolsillo porque es económico; saludable para el alma y el cuerpo porque transita por senderos ecológicos, y bueno para familias y grupos de amigos porque enseña a compartir todo, a ser solidarios.
El Club Andino Bariloche brinda un programa de excursiones de montaña por sendas que tienen dificultades muy variadas, aptas tanto para principiantes como para expertos escaladores.
En los circuitos hay una decena de refugios que están disponibles desde septiembre a mayo, en los que se puede pasar la noche o simplemente cocinar, renovar energías y seguir viaje.
Refugios
Los refugios más visitados por los caminantes son el San Martín, que está en las orillas de la laguna Jakob; el Italia-Manfredo Segre, enclavado junto a la laguna Negra; el Frey, en el cerro Catedral, y el Meiling, en el Tronador.
Y a otros tres se puede llegar en vehículos de doble tracción, una opción que si bien se aleja un poco de la mística del montañista, no altera la belleza del paisaje.
Esos refugios son el Juan Javier Neumeyer, que está junto al valle del Challhuaco, el refugio del cerro López y el Berghof, este último construido en la década del 20 por el pionero Otto Meiling en la ladera norte del cerro Otto.
Los refugios tienen dormitorios con cuchetas y cocinas a leña o a gas; algunos poseen mejores baños, otros agua corriente y los más modernos generadores hidroeléctricos. Y los "refugieros" venden alimentos y bebidas, y permiten instalar carpas afuera.
El Frey es uno de los más populares porque desde allí hay varias formas de subir. Las más usadas son las que parten de Villa Los Coíhues, que está a 15 kilómetros de Bariloche, desde donde hay que caminar cinco horas, a marcha tranquila, y la que sale de Villa Catedral, una caminata que demanda cuatro horas.
También se necesita el mismo tiempo para llegar al Jakob, y entre cinco y seis horas para el laguna Negra, que es el que más esfuerzo exige. En ambos casos la "picada" nace en Colonia Suiza, pintoresca localidad que está a 25 kilómetros de Bariloche.
Para llegar hasta el refugio Meiling hay que salir desde Pampa Linda, en la base del cerro Tronador. La caminata también es de alrededor de cinco o seis horas, a través de un paisaje que se torna más espectacular a cada paso. El tramo que más asombra a los expedicionarios es el que pasa entre los glaciares Castaño, Overo y Arce, un espectáculo que es preciso experimentar.
Desde el Meiling se emprenden caminatas por los glaciares, se aprenden sencillas escaladas en el hielo y se realizan excursiones hasta el pico argentino y el pico internacional.
En cambio, al refugio Neumeyer hay que ir en vehículos, transitando por un tramo de tierra de la ruta 258 que va hacia El Bolsón, y pasando por el valle del Challhuaco. Ya en este refugio, hay senderos que llevan hacia la laguna Verde y los cerros Blanco y Challhuaco.
Sin duda, el refugio Berghof es el más accesible, porque está a sólo media hora de Bariloche y se llega a él por el camino que va al cerro Otto. En este refugio hay dos cosas para no perderse: las comidas de los "refugieros" y el Museo del Club Andino.
Y al refugio del cerro López sólo se puede llegar en camionetas todo terreno, porque el camino está en malas condiciones. Muchos optan por subir caminando desde Colonia Suiza, un trayecto que sin exigirse mucho se hace en unas dos horas.
De cualquier manera es imposible no ir a este lugar, desde el que se tiene la mejor vista del lago Nahuel Huapi, de la ciudad de Bariloche y de un buen tramo de la cordillera de los Andes. Un esfuerzo más lleva al visitante hasta el pico turista, donde el paisaje sigue siendo espectacular y también abarca la maciza silueta del cerro Tronador.