Año CXXXV
 Nº 49.393
Rosario,
domingo  17 de
febrero de 2002
Min 19º
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Desde Nietzsche, una mirada sobre las derivaciones del nihilismo

Gustavo Bernstein

En "El nihilismo europeo. Nihilismo de la moral y tragedia anticristiana en Nietzsche", Laura Laiseca aborda desde la perspectiva de ese pensador, la evolución filosófica y las derivaciones históricas del nihilismo y hace hincapié en la crítica a la moral cristiana y su superación a través del arte trágico.
Desde su interpretación del platonismo y el primer cristianismo, al protestantismo, el positivismo decimonónico, el romanticismo wagneriano, el pesimismo de Schopenhauer y el socialismo de Dühring, Laiseca recorre la perspectiva europea sobre el tema según la óptica nietzscheana.
La autora explica que examina a Nietzsche como un pensador fundamental para la posmodernidad "en tanto precursor de la crisis de la concepción del sujeto de la metafísica moderna, en su versión cartesiana o kantiana", y como "instaurador del perspectivismo y el método genealógico-hermenéutico, luego retomado por Gianni Vattimo y Michel Foucault, entre otros".
"Creo que estamos aún en plena época del nihilismo, lo cual no significa resignación ante lo irreparable sino la comprensión de un proceso que revitaliza la vigencia del pensamiento nietzscheano como precursor de tal diagnóstico", consideró.
El texto de Laiseca distingue nihilismo "activo" y "pasivo" y remite a los sucesivos "levantamientos" originados en los valores evangélicos estableciendo un parangón entre los esclavos del primer cristianismo con los campesinos de Lutero, los burgueses de la Revolución Francesa o los obreros del socialismo. Allí se consigna que todos estos acontecimientos no son para Nietzsche más que "la continuación del ideal igualitario del primer cristianismo que elevó a todo esclavo a la dignidad de ser hijo de Dios bajo el lema de igualdad de las almas". Según Laiseca, el positivista se revela como una de las fases terminales del nihilismo "ya que pese a no creer en una verdad suprema en el más allá, conserva la creencia en una verdad incondicionada para la ciencia en el mundo aparente de lo sensible".
La siguiente parte del trabajo se centra en la tarea crítica a ciertos conceptos cristianos como la "conciencia moral" y la "culpa" o "Dios y la inmortalidad"; allí destaca la trascendencia que asume en el filósofo alemán el Evangelio según San Juan como origen de continuas parodias lingüísticas y simbólicas.
La autora advierte que no se trata de la constatación de meras citas invertidas o parafraseadas adrede "sino de la subversión de los mayores símbolos del cristianismo como la cruz, la corona de espinas, el vino, el pan, las imágenes del pastor y el pescador".
Tampoco escapa de la lectura crítica la figura de San Pablo, de quien el autor de "Ecce homo" se ocupara al abrevar como filólogo en la fuente original griega del Evangelio y en sus Cartas Paulinas. "Considerado a diferencia de Jesús como el verdadero fundador del cristianismo -explicó Laiseca-, Nietzsche utiliza a San Pablo como contrapunto para confrontar las ideas de justicia y amor con las concebidas desde y por la voluntad de poder".


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