Gustavo Yarroch / La Capital
El resultado fue justo; la diferencia no. De ninguna manera Argentino estuvo dos goles debajo de Ferro, el líder que se afirma en lo alto pero no convence. Un 1 a 0 hubiera sido suficiente para establecer la real distancia que hubo entre uno y otro. Pero eso poco importa, claro. Lo que cuenta es que, si bien el de ayer era un partido perdible, Argentino volvió a atropellar cuando más necesita sumar. La bronca de los salaítos por la derrota, eso sí, se vio atenuada por las caídas de Ituzaingó, Deportivo Merlo y Atlanta, tres de sus principales rivales en la puja por conservar la categoría. Fue un partido más bien chato, con pocos gestos técnicos, demasiadas imprecisiones y algunas brusquedades. Ferro lo ganó por oportunista y porque a la hora de la verdad Raña respondió como el arquero de un candidato al título y Andrada no estuvo a la altura de las circunstancias. El primer gol fue mérito exclusivo de Luis Sosa, quien la clavó en un ángulo desde más de 30 metros, pero en el segundo tanto, el "uno" salaíto la terminó de meter después de un tiro libre del propio Sosa. Además Andrada dio muchos rebotes y en ningún momento transmitió seguridad. De todos modos sería injusto señalar al arquero como el chivo expiatorio. Porque el mayor problema de Argentino es que sigue sin poder resolver su mayor déficit: la falta de contundencia en el área rival. De hecho, convirtió apenas 23 goles en 24 partidos, lo que arroja un magro promedio de 0,95 por juego. Ayer, en el primer tiempo, dispuso de tres opciones claras, pero entre la falta de justeza de Ojeda y Robisso, y las tapadas de Raña se quedó sin recompensa. Después, en la etapa final, Ferro encontró rápidamente el segundo y Argentino no tuvo reacción para torcer el rumbo. Ojeda, que en los 45' iniciales demostró que cuando se enchufa es un jugador vital de mitad de cancha hacia adelante, dejó de marcar diferencias con sus pausas y sus gambetas. Y el resto expuso el voluntarismo de siempre, aunque sin claridad ni imaginación. En suma, Argentino jugó un buen primer tiempo en el que mereció mejor suerte, y cuando la cuesta se le hizo más empinada se quedó sin argumentos futbolísticos para comprometer a su rival. Su situación con el descenso (se estaría yendo a la C) sigue siendo la misma que antes de jugarse la fecha, pero eso no quita que le urge recuperarse lo más pronto posible. Porque para engordar el promedio se precisa bastante más que esfuerzo y buenas intenciones.
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