Año CXXXV
 Nº 49.392
Rosario,
sábado  16 de
febrero de 2002
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Panorama
Con retenciones y suba del gasoil se evaporan los beneficios al campo
En medio de improvisaciones, pretenden enfrentar al sector con los consumidores

Susana Merlo

Mientras los precios de los insumos siguen subiendo y aún no se termina de materializar el supuesto beneficio de la devaluación para las exportaciones, el campo rehace sus números para este año. Naturalmente ya no es discutible que los productores, si tienen algún margen, se van a anclar en el producto (prácticamente el único bien "líquido" con el que cuentan). Así, es casi seguro que hoy, más que nunca, el ahorro del campo será en granos y hacienda.
Mientras tanto se asiste, no sin asombro, a una serie de embates y amenazas, no sólo de otros sectores, sino especialmente de parte de los propios funcionarios, seguramente como resultado del profundo desconocimiento sobre la naturaleza y características de la producción agroindustrial.
Así, día a día se multiplican las voces de los que proponen la aplicación de retenciones al campo, entre otras cosas, por el gran "beneficio" que éste recibe con la devaluación que favorecería sus exportaciones. Otros, más sanguíneos, sostienen que si las diez empresas agroexportadoras granarias fueron las únicas en el país que lograron la excepción a la devaluación (ya que sus acreencias se les reconocieron a dólar libre y le "quebraron" el brazo al gobierno en esta materia), bien pueden pagar, vía impuestos, con parte de ese beneficio. Nadie aclara que no son los productores los que exportan, aunque sí son ellos los que deberán pagar las retenciones.
Y como si fuera poco con esta Espada de Damocles y con los mayores costos de producción (que aún no se sabe en que nivel se estabilizarán), se amenaza también con reimplantar una medida no menos antigua e igualmente ineficiente a la hora de los resultados, tal el caso de los controles de precios. En un esquema más parecido a una "demonización" del sector, se pretende hacer aparecer al campo como el causante excluyente de los aumentos en los precios de varios de los productos de la canasta familiar, enfrentándolo así con los consumidores, y pareciendo desconocer totalmente el tema de las cotizaciones internacionales, de los aumentos en los costos de producción, la incidencia de los distintos eslabones de la cadena de elaboración y comercio e, incluso, el impacto de la misma devaluación.
En este contexto, las versiones -ya firmes- sobre aumentos en los combustibles, a partir del anuncio sobre la aplicación de retenciones a la exportación de las naftas, no hizo más que aumentar el alerta general, dado el impacto de este insumo (el gasoil) en los costos de la producción agropecuaria.
Para completar el cuadro aparecen también, y entre otros, algunos costos adicionales que los productores es más que probable que deban afrontar. Uno de ellos es el de la vacunación antiaftósica, al menos si se quiere asegurar que la misma se realice en "tiempo y forma", algo que hoy por hoy genera sobradas dudas.
Además, la aparente puesta en marcha del Instituto de Promoción de Carne le agregaría un adicional de desembolso por cabeza que, bien aplicado, puede ser sobradamente justificado y positivo. Sin embargo, mientras muchos de los miembros discuten "cómo" será la recaudación y "cuándo" comenzará, poco o nada se escucha todavía de "para qué" los productores deberán oblar esos dineros. Y, si este era uno de los ejes de la discusión en el 97/98, cuando el novillo valía más de un dólar por kilo vivo, ¿cuál puede ser la reacción ahora cuando cotiza a la mitad? ¿Estarán dispuestos, o tienen margen, los ganaderos para seguir desembolsando plata para mantener organismos ineficientes, o dirigentes desocupados solo en busca de sueldos? De ahí que muchos sostengan la necesidad de "defender" cada peso, especialmente en los casos donde los propios productores, o sus entidades, cuentan con decisión directa.


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