| | Editorial Fútbol y violencia
| En medio de una de las crisis más profundas de la historia argentina -con características inéditas en lo social, político y económico- la frágil estabilidad del país no puede admitir peligros adicionales. Antes del comienzo del campeonato oficial de fútbol se produjeron en la ciudad de Mar del Plata enfrentamientos violentos entre dos hinchadas rivales, que derivaron en la suspensión del encuentro. En el primer partido del Clausura también se debió suspender el cotejo por varios minutos porque simpatizantes de uno y otro equipo producían desmanes. Pese a la vigencia de la ley sobre violencia en los espectáculos deportivos, los desmanes, agresiones y actos vandálicos siguen siendo una constante en el fútbol argentino. Reuniones, comisiones, debates y otras medidas no han podido a través de los años llevar tranquilidad a los estadios. En el partido amistoso que recientemente jugó la selección argentina con la de Gales, pudo observase con claridad cómo el moderno y techado estadio donde se disputó el encuentro no tenía alambrado perimetral para evitar el ingreso de la gente a la cancha. Nadie, en esa parte de la isla europea, se le ocurriría pisar el césped para sacarle la camiseta a su jugador preferido y menos para agredir a un rival o al abitro. ¿Qué sería de los jugadores y jueces argentinos si las canchas locales no tuvierran esa protección? Las comparaciones siempre son odiosas, pero necesarias para remarcar que es posible que el fútbol sea una fiesta y no una batalla. Hace años, familias enteras llenaban las tribunas de los estadios sin ningún inconveniente. Hoy, llevar a niños a ver un partido de fútbol es una tarea riesgosa y de final incierto. Y esto tiene mucho que ver con la crisis del fútbol. Crisis que no únicamente está vinculada con lo económico sino con la imposibilidad de que esos espectáculos deportivos dejen de bordear permanentemente el terreno delictivo. El fútbol es la pasión de millones de argentinos pero también de algunas bandas de criminales que lo utilizan en beneficio propio. Y la maltratada Argentina de hoy no puede darse el lujo de tener en las canchas de fútbol de todo el país un permanente foco de conflicto. Las soluciones implementadas hasta ahora por una polémica Asociación del Fútbol Argentino (AFA) han fracasado rotundamente, por lo que las autoridades nacionales deberán tomar cartas en el asunto si este fin de semana vuelven a repetirse hechos de violencia. Como en todas las decisiones, es necesario tener coraje. Y por ello no es para nada descabellado ir pensando en la suspensión de los torneos de fútbol si es imposible controlar a los violentos.
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