Juan Pablo II celebró el miércoles de Ceniza, fecha en la que los más de mil millones de católicos romanos son llamados a recordar que son mortales. "Recuerden que son polvo y al polvo regresarán", dijo en su homilía durante un servicio en la basílica de Santa Sabina, en la Colina Aventina de Roma. Durante la misa, el Papa frotó cenizas en la frente de la congregación y otros frotaron cenizas en la suya.
El Pontífice, de 81 años, dijo que la Cuaresma, el camino hacia la Pascua de Resurrección iniciado ayer, era una época para recordar a quienes sufren en todo el mundo. "Tenemos frente a nuestros ojos e impresas en nuestras almas las imágenes del sufrimiento y de tragedias inmensas que son causadas mayormente por el egoísmo irresponsable", dijo. "Aún sentimos el peso de tantos hombres y mujeres que se sienten perdidos cuando se enfrentan al sufrimiento de inocentes y las contradicciones de la humanidad moderna", agregó.
Durante la Cuaresma se pide a los católicos que realicen ayuno y actos de bondad como preparación para la Pascua.
El miércoles de Cenizas, primer día de Cuaresma, fue recordado ayer por Juan Pablo II durante el rito celebrado, como todos los años, en la basílica romana de Santa Sabina. El pontífice, en discreta forma física, explicó que la imposición de cenizas en la frente evoca "la condición humana: recuerden que eres polvo y en polvo te convertirás". El Papa, a quien les fueron impuestas las Cenizas por el cardenal Joseph Tomko, arcipreste de la basílica, invitó a las miles de personas presentes a recordar "que el empeño espiritual debe traducirse en opciones y en gestos concretos".
"La auténtica conversión no debe reducirse a formas exteriores o a vagos propósitos, sino que exige la transformación de toda la existencia", expresó. "La liturgia del miércoles de Cenizas exhorta a la conversión. Todos debemos pedir perdón al Señor, para nosotros y para los demás".
"También nosotros tenemos frente a los ojos e impresas en el ánimo imágenes de sufrimiento y de enormes tragedias, fruto no a menudo de irresponsable egoísmo", agregó. "También nosotros sentimos el peso del sufrimiento de muchos hombres y mujeres frente al dolor de los inocentes y a las contradicciones de la humanidad de hoy. Necesitamos la ayuda del Señor para recuperar la confianza y la alegría de la vida", dijo.
Antes del rito tuvo lugar la tradicional procesión desde la basílica de San Anselmo a la de Santa Sabina, en la que el Papa -como desde hace unos años- no tomó parte, sino que estuvo guiada entre otros por los cardenales Camillo Ruini (vicario papal en la diócesis de Roma), Giovanni Battista Re (Prefecto de la Congregación de los obispos) y Joseph Tomko, arcipreste de la basílica de Santa Sabina.
La "compraventa del mercado"
El Pontífice alentó a redescubrir el valor de la gratuidad fundada en personas libres y "animadas de auténtico amor" y a ir contra la lógica de las ganancias a toda costa y de la "compraventa de mercado".
Preocupado por la lógica utilitarista que contamina y falsea las relaciones a todo nivel en las sociedades contemporáneas, lanzó el llamado al inicio de un período de reflexión y penitencia en el que los fieles están invitados a "rechazar el mal y realizar el bien".
De la conciencia de que también el llamado al bien es fruto de un "don gratuito de Dios" hacia la humanidad -señaló el Pontífice-, nace la idea de convertirse a la gratuidad hacia los demás, con gestos de amor.
De ello tiene una "necesidad profunda" la sociedad actual, donde a menudo "parece triunfar una lógica enfocada exclusivamente a la búsqueda de la ganancia a toda costa".
Frente a unas cuatro mil personas de varios países del mundo reunidas en el aula Pablo VI para la audiencia general, explicó el significado de la cuaresma, período que hay que vivir "en espíritu de oración, de reflexión y de penitencia" conscientes de la gratuidad del llamado de Dios al bien. (Ansa)