El Papa Juan Pablo II dijo ayer que la corrupción política, el egoísmo y la mala administración son culpables de la crisis económica y social que atraviesa la Argentina.
"Su país experimenta una profunda crisis social y económica que pone en riesgo la estabilidad democrática y las bases de las instituciones públicas", dijo el Papa a obispos argentinos que visitan el Vaticano.
"Las preocupaciones del momento presente deben conducir a un serio examen de conciencia sobre las trágicas consecuencias del egoísmo, la conducta corrupta que muchos han denunciado y la pobre administración de los activos del país", amplió el Sumo Pontífice.
"En la raíz de esta dolorosa situación hay una profunda crisis moral", prosiguió y encima advirtió: "Se corre el riesgo de que la corrupción y la impunidad se generalicen".
El Papa, quien visitó dos veces la Argentina, instó a los obispos a participar en un diálogo para promover "honestidad, austeridad y responsabilidad por el bien común".
Tras incumplir parcialmente el pago de su deuda, Argentina se vio obligada a dejar que su moneda flote libremente frente el dólar estadounidense por primera vez en una década, avivando la angustia de los ciudadanos, preocupados por deudas en dólares y por el posible regreso de la hiperinflación.
El Papa dijo que era urgente que políticos, banqueros y economistas encuentren soluciones técnicas para echar a andar el motor de la economía, pero que se tenían que encontrar respuestas a largo plazo para el país, de mayoría católica.
"Es importante recordar que la situación social no mejora sólo aplicando medidas técnicas, sino también y por encima de todo, promoviendo reformas con una base humana y moral", dijo.
Examen de conciencia
El Papa aprovechó la oportunidad para advertir que "en muchos hogares argentinos falta hasta lo más básico e indispensable y muchas personas enfrentan un futuro lleno de riesgos e incertidumbres".
Por eso invitó a todos los argentinos a hacer un serio examen de conciencia sobre la responsabilidad de cada uno en la crisis del país y a tener en cuenta las "trágicas consecuencias del egoísmo no solidario y la corrupción".
Juan Pablo II recibió en forma conjunta a 32 prelados argentinos -encabezados por el arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio-, a quienes había concedido audiencias separadas en los últimos días.
Con la audiencia colectiva del lunes, concluyó la visita ad limina (a la Santa Sede y a las tumbas de los apóstoles, que cada cinco años realizan los prelados) del primer grupo de obispos argentinos.
En los próximos días, un segundo grupo de 40 obispos argentinos -en este caso, presididos por el titular del Episcopado y arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Karlic- hará una visita similar en el Vaticano.
Después del saludo del arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás -ver aparte-, el Papa leyó su mensaje en el que también agradeció a los obispos por "su trabajo incansable" y les reclamó "no sucumbir ante los desafíos de la hora presente".
Sus palabras coincidieron con la puesta en marcha de la mesa sociolaboral y productiva en la Casa Rosada, como parte de la segunda etapa del denominado Diálogo Argentino, que impulsa el gobierno y las Naciones Unidas, y para el cual la Iglesia presta un ámbito espiritual.
La participación de la Iglesia argentina en la búsqueda por una concertación nacional fue mencionada el lunes por el Pontífice en su mensaje a los obispos, y buscó marcar un rumbo en el correcto papel de la Iglesia en esta iniciativa.
"No le corresponde a la Iglesia, en cuanto institución, señalar cuáles son las más adecuadas medidas técnicas que levanten la economía, pues eso es tarea de los gobernantes y de los especialistas en las diversas ciencias sociales", advirtió el Papa.
"Sin embargo -añadió- aun cuando la misión de la Iglesia es de orden puramente religioso, ello no impide que ofrezca su colaboración para favorecer un diálogo nacional entre todos los responsables, a fin de que cada uno puede cooperar activamente para la superación de la crisis". Ante los prelados argentinos, que le relataron los sucesos vividos en el país en las últimas semanas, el Papa remarcó que "el diálogo excluye la violencia en sus diversas expresiones, como son muertes y saqueos, y ayuda a construir un futuro más humano con la colaboración de todos, evitando de ese modo un radical empobrecimiento de la sociedad".
En declaraciones a la radio vaticana, con motivo de la visita de los obispos, el embajador argentino ante la Santa Sede, Vicente Espeche Gil, dijo que en el país se asiste a "una nueva forma de participación política".
"La gente salió de su casa para rechazar un tipo de dirigentes, no la política. Los episodios de violencia tienen detrás a pequeños grupos extremistas, que representan intereses que no son para nada los de los argentinos", dijo el embajador.