Cañada de Gómez. - Un grupo de desocupados decidió abandonar una olla popular montada frente al municipio para trabajar en una huerta comunitaria. Unas cuarenta familias comenzaron a preparar el terreno y se aprestan a iniciar el sembrado y cría de animales de corral. El terreno de dos hectáreas, cedido por la comuna cañadense, está ubicado en cercanías del matadero municipal. La idea es destinar lo producido para comer, pero intentarán emplear una parte para vender.
La falta de respuestas a reclamos al al Ejecutivo generó la instalación de una olla popular en la plazoleta De las Colectividades. La queja fue seguida de un diálogo con las autoridades que culminó con el armado de la huerta. Las tareas de preparación del terreno y la inminente siembra de vegetales será acompañada por la construcción de una pequeña vivienda para un eventual cuidador, ya que la falta de seguridad retrasa el inicio de la cría de animales.
"Necesitamos herramientas como rastrillos y horquillas para el resto de los desocupados, porque las que hay no alcanzan para todos", explicó Juan Ramón Alonso, de 46 años, quien agregó que lo cosechado será administrado por los desocupados en cooperativa. Los avances se observan a simple vista: el predio fue limpiado de malezas y la tierra suficientemente trabajada para albergar a las primeras semillas y plantines. La siembra de vegetales será acompañada por flores para vender cerca del cementerio.
La quinta propia
Chacho Rufino (29 años), Luis Aníbal Cisterna (45) y Teodoro Barrea (64) son algunos de los que trabajan en su "quinta propia". Ahora su esfuerzo tiene sentido porque trabajan para ellos mismos sin presiones ni horarios. "Este proyecto es una posible salida para subsistir", ampliaron. Las primeras semillas serán donadas por la Municipalidad, que también los asesorará.
Carmen es joven, sufre la desocupación y todas las tardes concurre a la huerta. "Los hombres son generosos porque no nos permiten hacer trabajos pesados. Para nosotras es una forma de hacer algo útil y sacarnos la mufa", explicó. Luisa también aporta lo que puede. Además de trabajar en el terreno, se levanta cada madrugada a las 3 para hornear el pan. "Cada uno -remarca- aporta lo suyo y nos ayudamos entre todos. Somos una gran familia donde hay cariño y respeto".