Con la llegada de diciembre empezamos a sentir ganas de partir rumbo a las soñadas vacaciones y esta vez nos decidimos por un crucero que sale desde el puerto de Buenos Aires y nos devuelve a los 9 días en el mismo lugar, sin aviones, ni esperas en aeropuertos, ni tediosas travesías terrestres por las rutas de Brasil. Siempre navegando y disfrutando de las vacaciones. Todo resultó novedoso e interesante desde el comienzo, ya que para toda la familia era la primera gran experiencia en crucero. Embarcarnos, recorrer el puerto, los movimientos del mismo, grandes buques cargando y descargando, hombres trabajando y turistas que salen de vacaciones, los movimientos de contenedores en tierra, los remolcadores forcejeando con el inmenso barco para posibilitar su partida y luego la elegante silueta de Buenos Aires que con Puerto Madero -su perfil más glamoroso- despide a los cruceristas hacia unos días de puro relax y placer. El clima resultó perfecto para disfrutar de playas como las que ofrecen Punta del Este, la isla de Portobelo con su interesantísima selva atlántica, la paradisíaca Ilhabela, la vertiginosa Río de Janeiro y Buzios, el mejor escenario para broncear los cuerpos, respirar aire puro y contemplar el mar azul. Si hay algo inmejorable del Costa Allegra es el auténtico estilo italiano que ofrece animación incomparable a los viajeros. La programación del barco es intensa y variada. Se pueden realizar paseos energéticos; gimnasia acuática; yoga; aeróbic; torneos de tejo, bridge, dardos, truco, ping-pong y metegol; paseos al atardecer; water polo y manualidades. El barco es una fiesta continua. Diariamente hay un evento: fiesta de disfraces, el circo con juegos tipo kermesse, conciertos de piano, cenas italianas en la que los mozos vestidos especialmente sacan a las señoras a bailar tarantelas, grupos de música latinoamericanos, mimos internacionales, show de magia, acróbatas y hasta las garotas del carnaval de Río suben al barco a dar un toque de color y alegría increíble. Al pensar en la gastronomía, el crucerista se siente realmente un invitado de honor porque se ofrecen de 5 a 6 comidas diarias. Además hay una esmerada carta de vinos. El crucero resultó una muy buena opción para toda la familia, hizo que todos la pasáramos bien porque los intereses y gustos de todos están considerados especialmente y porque las escalas en playas atractivas nos permitió a los más curiosos deleitarnos con lugares nuevos, excitantes como la caminata de Piedra de la Cruz en la isla de Portobelo, el encanto de las callecitas de Ilhabela, ascender al Corcovado de Río, disfrutar con las vistas del Pan de Azúcar o divertirnos en las playas de Buzios. Sonia Burrone
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