Año CXXXV
 Nº 49.386
Rosario,
domingo  10 de
febrero de 2002
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Sudáfrica: Los cuentos de la selva
Avistaje de hienas, elefantes y leones, en un sensacional safari por la reserva Singita

Cuando la avioneta privada aterriza en la pista de la reserva privada Singita se siente la inmensidad de la selva sudafricana. Allí aguarda un vehículo 4 x 4, que maniobra con habilidad y deja al grupo frente al edificio central de esta reserva de animales que está junto al Parque Kruger.
Allí esperan, varias mujeres de cuerpo robusto, caderas anchas y túnicas largas y coloridas. Ellas se encargan del equipaje de los huéspedes, algunas llevan los bolsos sobre la cabeza.
En el amplio vestíbulo el "manager" da la bienvenida en correcto inglés, mientras imparte otras órdenes en lenguas tribales. Ofrece jugos de frutas y aborda un discurso que sabe de memoria: les dice a los visitantes por qué lugares pueden transitar solos y por cuáles es preciso pedir un acompañante armado.
En algún momento del primer día el "manager" presentará al "ranger", quien acompañará a los visitantes en los safaris que se inician a las 5.30 de la mañana.
Sólo una taza de café, y algún scons, antes de abordar el gran vehículo que lleva a no más de siete personas, además del ranger y de un nativo armado, el "buscahuellas", que va muy acomodado en el guardabarros delantero. El ranger enseña a viajar en silencio y a escuchar el profundo silencio de la selva.
Casi siempre los primeros animales que se ven, cuando el día pugna por instalarse, son las manadas de ágiles impalas y algunas hienas. También los elefantes que avanzan pesadamente, sin notar, aparentemente, la presencia del vehículo. El guía reitera que "es mejor no poner un pie fuera".
Es difícil, pero no imposible, encontrar en un claro del bosque, cuando el rocío aún moja los árboles, una pareja de leones apareándose. Cuando el sol ya está alto aparecen los bellísimos chitas, símil del leopardo americano, que son los animales más rápidos del mundo.
"Sólo lo supera la velocidad del cóndor cuando cae en picada", dice el ranger.
Mientras tanto, el "buscahuellas" explica todo lo que se ve, por primera vez, en ese mundo nuevo y extraño. Se detiene ante las huellas, sabe de qué animales son, para dónde fueron y cuánto hace que pasaron. A veces, estira la cabeza como buscando un sonido lejano, un sonido que sólo él escucha.

Cocodrilos al sol
Cerca de los riachos, en medio de la espesura, los cocodrilos duermen al sol. Y cerca de las aguadas se ven cebras, tan lindas y desmañadas cuando escapan, merodean búfalos imponentes y aparece la figura primitiva de los rinocerontes.
El ranger cuenta que la mayoría de esos animales son hijos de otros que habitaron la reserva. Dice que no se asustan de los hombres porque sus padres no les transmitieron ese miedo. De pronto, el vehículo vibró; muy cerca un león había emitido un poderoso rugido. "Está buscando a un hermano", explica el ranger.
En el safari de la tarde es más probable ver a los animales cazando, los chitas lo hacen de noche, en la plena oscuridad. A esa hora del atardecer los animales están más relajados y ya buscan sus lugares de descanso.

Arte local
Singita ("el milagro" en lengua shangaan) es un sitio exclusivo. Tiene 9 suites dobles de madera y aspecto rústico, pero con detalles refinados.
Un recorrido muestra una bañera antigua, de patitas, que parece cómoda. Y una cama anchísima con una botonera lateral desde la que se controla la temperatura, además de una terraza íntima con una piscina de aguas climatizadas.
El restaurante de unas diez mesas tiene techos de pinocha, mucha madera y telas bien dispuestas. También hay cuadros, varios apoyados como de casualidad en estantes, y muchas lámparas bajas. A esa mezcla de calideces el "manager" la definirá como "el nuevo arte sudafricano".
El "maitre" explica, y muy bien, las características de los excelentes vinos sudafricanos. Los tintos para este plato, los blancos para aquel, dirá con precisión. Es imposible no claudicar ante un chancho salvaje, o una avestruz asada, con ensaladas exóticas. De postre, las mejores frutas del país.

Observar el cielo
A veces la cena es en una terraza junto a la fronda, donde hay un "open bar" que sirve tragos con frutas. El ranger suele acompañar esas cenas y contar anécdotas y leyendas. Otro día la cena es el "boma", un sitio cerrado con cañas altas, donde las mesas se alumbran con faroles y el fuego crepita en la parrilla.
Si la noche es clara, y casi todas lo son, hay un mirador con un buen telescopio para observar el cielo y sus alrededores. Y saber que después de un día por la selva es bueno meterse en la bañera y deslizar por el cuerpo los jabones de canela.
La Reserva Privada Singita es la mejor reserva privada de Africa. Pertenece a la cadena francesa Relais and Chateaux.



Turistas y animales salvajes en la reserva Singita.
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