"Esta es la última vez. Estoy pensando seriamente en cerrar porque no vale la pena arriesgar la vida por unos pocos pesos. La cosa está cada vez peor y uno se expone demasiado". Guillermo Musi, un farmacéutico que tiene su local en el barrio Puente Gallego, llega a esa conclusión a pocas horas de que dos delincuentes lo asaltaran y le dispararan prácticamente a quemarropa al ver que no podrían llevarse nada de valor. El balazo por fortuna no dio en el blanco, pero el episodio quedó registrado en su memoria como el robo a mano armada más violento de los ocho que sufrió en su carrera profesional.
Sucedió antenoche en Ovidio Lagos al 7500, entre Mar Chiquita y el Camino Viejo a Soldini, zona sur de la ciudad. Eran aproximadamente las 20.30, cuando un muchacho de unos 20 años entró al comercio de Musi y le preguntó al farmacéutico si tenía Dorixina. El profesional contó a este diario que minutos antes había visto al mismo joven en compañía de otro merodeando por la zona.
El joven argumentó que necesitaba ese analgésico para su padre que sufría un fuerte dolor de cabeza. Entonces Musi fue hasta la parte trasera de su local en busca de la versión "compuesta" de ese producto. El profesional relató a La Capital el episodio detrás del mostrador enjaulado de su local, una especie de dispositivo de seguridad que implementó ante tantos robos. "Cuando regresé con el remedio, ya eran dos los sujetos, ambos estaban armados y estaban apretando a un chico que había llegado a comprar", recordó Guillermo.
El farmacéutico reaccionó enseguida e intentó buscar la puerta trasera del negocio, pero uno de los delincuentes no dudó y le disparó al instante. Musi se arrojó al piso y la bala rebotó en un envase de desodorante y se incrustó en otro, que voló a varios metros de distancia. Al ver que el robo prácticamente fracasaba porque el comerciante lograba salir al exterior por la puerta trasera a pedir ayuda, los maleantes golpearon al chico con un revólver en la cara y lo despojaron de la camiseta de la selección argentina de fútbol que llevaba puesta y de los diez pesos que tenía para hacer la compra.
Pensando en una mudanza
Después de fracasar en su violento intento de robo, los delincuentes huyeron con rumbo desconocido. La policía llegó a los pocos minutos, pero hasta ayer no habían podido localizarlos.
Mientras tanto, Guillermo Musi parece resignado a tener que cerrar la farmacia. Con el de antenoche ya son cuatro los asaltos que sufrió desde que está en Puente Gallego, pero la cantidad de robos violentos llega a ocho si se cuentan otros cuatro ocurridos en el local de Biedma y Alem.
Musi recordó que justamente tuvo que cerrar ese último local y mudarse a Ovidio Lagos al 7500 por el perjuicio que sufrió a causa de los robos. "Pensé que aquí (en Puente Gallegos) la cosa iba a estar más tranquila, pero desde 1995 en adelante todo empeoró", manifestó.
El profesional, un correntino que llegó a Rosario hace más de quince años para estudiar Farmacia, confesó que la idea de cerrar y abrir otra farmacia en Las Delicias, donde su mujer tiene otro negocio, está tomando forma después del último asalto a mano armada. "Tengo dos hijas de 2 y 4 años, y aquí me estoy exponiendo a que me maten por poca plata", afirmó.