Jorge Kaplan / La Capital
Los mercados granarios del país siguen paralizados, tanto los que manejan mercadería física como los de futuros, en medio de una total incertidumbre por la falta de reglas para una actividad que se maneja con entregas y pagos a plazo y que está totalmente influenciado por el tipo de cambio. El paquete de medidas anunciado por el gobierno no avanza en aclarar ninguno de los aspectos que traban la operatoria y sobre todo no dice nada de la forma en que se efectuarán los reintegros por IVA y el factor de convergencia a los exportadores. Tampoco se avanzó en dilucidar cómo se liquidarán las ventas hechas con anterioridad ni las que se hagan de aquí en más, en relación al tipo de cambio que se considerará para los pagos. De esta forma, no hay compradores ni hay tampoco vendedores, y lo que se teme es que de seguir así las cosas las operaciones se realizarán como en tiempos pasados: sólo en tiempos de cosecha, con una fuerte oferta repentina que planchará los precios. Si no, habrá que animarse a correr los riesgos de jugar ante un tipo de cambio que aparece demasiado caprichoso y volátil. El escenario actual es muy complejo y existen intereses cruzados entre exportadores, productores y el Estado. Por el lado de los exportadores, quieren la devolución de los reintegros, el interrogante es cuándo será pagado y a qué tipo de cambio -en el mejor de los casos se habla de 1,40- se convertirá esa deuda que estaba en dólares, dando por sentado que en las actuales circunstancias el Estado no tiene los dólares sino pesos. A la vez nadie quiere vender ya que ante un producto de exportación que cotiza en dólares fronteras afuera, cuántos pesos recibirá un productor es un enigma. Algunas exportadoras empezaron tímidamente a ofrecer precios en dólares pero a pagar en pesos al cambio que haya 48 antes del pago, pero esto tampoco convence ya que en ese cortísimo plazo las cosas pueden cambiar mucho, como ya se vio. La incertidumbre además aniquila una operatoria muy común que son las operaciones a futuro, con múltiples combinaciones: entrega ahora y pago a futuro, o pago ahora y entrega en tiempo de cosecha, etcétera. Cuando aún no se resolvió qué se hará con los acuerdos realizados antes del 20 de diciembre, mucho menos se pueden poner a pensar qué pasará en el futuro. Lo que se considera más probable -lo que se teme- es que se espere hasta el filo de la cosecha, lo cual significa arriesgar menos por el tipo de cambio, pero más por el hecho de que una catarata de mercadería al mercado pulverizará los precios. Analistas locales consideran que ahora la región Rosafé está en calma porque la mayor parte del trigo ya se cosechó y exportó, pero en estos días viene la etapa más fuerte de la trilla del cereal en la provincia de Buenos Aires. En la región sí está afectando la cosecha de la soja de primera. Finalmente, los mercados de futuros siguen trabados ya que tras diez años de operar en dólares, ahora con la pesificación nadie sabe cómo liquidar posiciones ni a qué cambio pagar cuando alguien sale ni cuánto cobrar cuando se entra. Un importante operador del mercado local aseguró que en estos momentos hay muchos "vivos que ofrecen cualquier cosa", como liquidar operaciones forward (a futuro) 1 a 1. También se quejó de que este estado de cosas genera muchos "roces y discusiones que no tienen sentido". En lo que sí coinciden todos los sectores es en que el Estado debe solucionar el pago de los reintegros a la exportación. Así se destrabaría el mercado -consideran- ya que si no -advierten- los exportadores se lo terminarán cobrando, a través del precio, a los productores. Con la devaluación, los productores saldrán ganando, a la larga, ya que si bien algunos insumos importados se encarecieron, con la pesificación de las deudas y un dólar más caro el balance sería positivo, por eso les urge reanudar la operatoria para no perder en precio ni en mercados internacionales que se vuelquen a comprar a otros países. Toda esta situación precipitó una reunión en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Además del enérgico rechazo a la puesta en marcha de cambios en el IVA agropecuario -que fue reducido a la mitad-, dirigentes y empresarios reclamaron la inmediata devolución de los saldos de IVA y el factor de convergencia que acumulan deudas del Estado del orden de los 800 millones de dólares para los cereales y que supera los 1.000 millones si se considera la producción global.
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