Tribuna: las escalinatas del Monumento a la Bandera. Hinchada: los ahorristas pesificados. Gesto: tirar la bronca contra el árbitro que los dejó fuera de juego, el Estado. Sin demasiada difusión previa, más de 700 personas se congregaron anoche para seguir buscando una llave que les permita sacar el dinero acorralado en los bancos, luego de que el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, les pateara en contra.
Como suele suceder en este país marcado de contrastes, se escuchó hablar a más de uno de los vendepatrias y otras yerbas, pero en la cuna de la Bandera pedían que les devolvieran los verdes dólares estadounidenses. Cada uno con su drama individual y con impotencia de no poder quebrar un cerco que pareció romperse el viernes con la decisión de la devaluada Corte Suprema, pero que el gobierno volvió a levantar con la suspensión por 180 días los juicios contra el corralito financiero.
A diferencia de las organizaciones partidarias o institucionales que pelean por cuestiones colectivas, los ahorristas muestran que son una suma de individualidades, que sólo los acerca el arbitrio de un gobierno que designó agruparlos según el monto de sus depósitos.
Como si fuera el clásico entre Newell's y Central, muchas de estas personas se colgaron de la radio o el televisor el domingo para escuchar las medidas económicas, y las caras y las palabras de anoche no ocultaban el sabor amargo de una derrota. Aún escépticos, la mayoría siguió preguntando una vez tras otra a quien blandía un megáfono en mano sobre las distintas posibilidades que se pueden recorrer para no caer en el peso con cuarenta por dólar, el cobro en cuotas o en bonos.
Los ahorristas no se amilanaron a pesar de que se largó a llover y continuaron analizando por más de una hora los distintos problemas que regurgitaban uno tras otro alrededor la llama votiva del Monumento. Más de uno no ocultó su bronca contra la otra tribu social que se conformó también espontáneamente luego del anuncio del cambio de reglas del 3 de diciembre: los deudores.
Estado de asamblea
A la misma hora y metros más abajo, una raza que parece en extinción se reunía frente al Concejo Municipal: industriales y comerciantes autodeclarados apartidarios que pedían por cambiar la ecuación de un modelo: no aumentar las cajas de comida sino la cantidad de empleo. Una agrupación que también surgió de forma repentina comenzó ayer a tomar cuerpo. Se reunieron con el intendente Hermes Binner para reclamarle medidas concretas para no desaparecer. Según los referentes, los empresarios que se comenzaron a reunirse frente al Palacio Vasallo representan unos dos mil quinientos puestos de trabajo.
Con velas encendidas colocadas en las puertas del Concejo volvieron a entonar el Himno Nacional como cada semana, previo repaso a los alcances del encuentro que sostuvieron en la mañana de ayer con el intendente, quien prometió darles una respuesta la próxima semana.
El pedido de los empresarios giró en torno a las herramientas que tendría el municipio para apoyar a la industria local, además de que el jefe municipal gestione un encuentro con el gobernador Carlos Reutemann. "Todas las medidas desde ahora en adelante serán un parche", remarcó el empresario Rubén Capuano.
Algo que remarcaron una y otra vez es que ninguno proviene de las entidades empresariales existentes, de las cuales parecen sentirse orgullosos de no haber pertenecido jamás. Sin embargo, comienzan a ver que deben empezar a organizarse para avanzar más allá de la protesta. Un proceso de decantación que también se vislumbra en los foros y encuentros barriales.