Año CXXXV
 Nº 49.381
Rosario,
martes  05 de
febrero de 2002
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Editorial
Ultima oportunidad

Las medidas económicas anunciadas el domingo por el ministro Remes Lenicov han tratado de hallar una salida racional y lógica a la crítica situación social y económica del país. El funcionario trató de explicar que la Argentina quiere hacer lo que han hecho los países exitosos y parecerse a ellos sin pretender "inventar la pólvora".
El gobierno de Eduardo Duhalde ha recibido la Nación en un estado de tamaño desajuste y escasez de recursos que, indudablemente, es imposible revertir la situación en el cortísimo plazo como toda la sociedad quisiera.
Seguramente no toda la gente estará satisfecha con las nuevas disposiciones en materia económica y financiera, especialmente aquellos ahorristas que depositaron dólares en los bancos y ahora recibirán pesos y probablemente a una paridad menor que la cotización del billete norteamericano en el mercado libre. Sin embargo, el valor adquisitivo de esos dólares pesificados se incrementará en el mercado interno porque se reintegrarán a un 40 por ciento más de la anterior paridad uno a uno y serán ajustados por un índice que tomará como variable a la inflación.
En cuanto a los deudores de créditos hipotecarios, prendarios o de cualquier otra especie, sean bancarios o extrabancarios, la pesificación uno a uno lleva un poco de tranquilidad a quienes habían confiado en el sistema financiero para adquirir bienes y de repente se encontraron con que las reglas de juego habían cambiado sustancialmente. El giro podría haberlos llevado a la imposibilidad de saldar sus deudas y con ello perder las propiedades.
La dirigencia argentina no ha encontrado hasta ahora un camino mejor al anunciado el domingo para que el país arranque, vuelvan la producción y el crédito y las altas tasas de desempleo comiencen a retroceder. Sin esfuerzo, trabajo y, sobre todo, tiempo, no habrá salida posible a esta crisis monumental del sistema político y económico de la Nación. Es, tal vez, la última oportunidad de volver a la senda de la que la Argentina nunca debió apartarse. Lo que sigue, caso contrario, es mucho peor e imprevisible.


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