Año CXXXV
 Nº 49.381
Rosario,
martes  05 de
febrero de 2002
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cartas
Aprovechemos la crisis para cambiar

Comparto con muchos argentinos, por estos días, la idea fuerza de que "tenemos que aprovechar la crisis para cambiar". Este planteo me lleva a pensar en los hombres y mujeres de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Independencia en 1816, cuando se propusieron cambiar la historia para no depender más de otro país. Como ciudadana siento la necesidad de expresar mi indignación frente a la realidad que estamos viviendo. Estoy convencida que el cambio pasa por nosotros. ¿Por qué tenemos que llegar a los cacerolazos en un país con gente solidaria y humanitaria? ¿Por qué a nuestras sanas actitudes nos devuelven fracasos, descontento, falta de trabajo, corralito, impunidad, etc, etc, etc.? Somos muchos los trabajadores decentes que apostamos al país, que creímos en sus instituciones, en sus bancos. Hemos aportado años de trabajo, sueños, salud y dignidad para llegar a este punto en que nos encontramos con las manos vacías gracias a los gobernantes que nos robaron nuestro dinero y nos pesifican el que nos van a dar, nadie sabe cuando. A ellos, los políticos de nuestra Argentina, no les pasó lo mismo que a nosotros. Ellos tuvieron los medios, la habilidad y las facilidades para llevarse todo a Suiza o a otros lugares seguros. Nosotros seguimos recibiendo las Lecop, haciendo colas interminables y disponiendo de nuestro valioso tiempo de trabajo, para perderlo lastimosamente. ¿Alguien explicó, por ejemplo, cómo se hace para extraer de un cajero automático un pago que viene liquidado en pesos una parte y en Lecop la otra? ¿Es que suponen que todos debemos ser operadores financieros capacitados? ¿O es que estos señores se han acostumbrado a que nosotros aprendemos a los golpes? ¿Alguien nos va a explicar por qué el mismo Estado, que me obliga a aceptar casi todo mi honesto sueldo en bonos, me acepta sólo un pequeño porcentaje de ellos para cobrarme el servicio que él mismo me presta? Seguro que ellos piensan que nosotros debemos aprender esto, y muchas otras cosas, a los golpes; o a las balas de goma, que utilizan por lo general cuando hacen abuso del poder. Volviendo entonces al ¿por qué los cacerolazos?. Los cacerolazos son porque, afortunadamente, el pueblo por fin reaccionó. Luchemos porque las movilizaciones, nuestras opiniones y las propuestas a través de los medios, nos permitan pautar la forma, y nos motiven para el trabajo de levantar a esta Argentina que es tan valiosa e inmensamente rica. Tenemos que hacerlo porque debemos rehacer una Argentina que no obligue a nuestros hijos a emigrar, como ya lo han hecho tantos. Como docente, como ama de casa y como madre de dos niños que sigue luchando, como tantos otros, para ver crecer un mundo mejor en paz, con trabajo y solidaridad, pido a todos que no bajemos los brazos. Aprovechemos la crisis para cambiar. Trabajar en ello nos hará sentir mejor.
Rita Martino, docente (Por La Argentina Que Merecemos)


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