| | Editorial Aldea global más justa
| La ciudad brasileña de Porto Alegre recibió estos días la visita de miles de personas que participaron del foro antiglobalizador, una respuesta política al Foro Económico Mundial que delibera en Nueva York y que alienta la globalización neoliberal. Las críticas profundas al sistema económico mundial y a los organismos multilaterales de crédito fueron los ejes de un encuentro que pretende dar una nueva visión sobre la realidad y que postula que un mundo más justo es posible. También acusa a los organismos financieros internacionales por agudizar las crisis de los países emergentes. La mención del caso argentino y las culpas al FMI por no haber podido frenar la crisis actual de nuestro país estuvieron a la orden del día. Si se intenta trazar un análisis despojado de orientaciones políticas y partidarias, es obvio que a partir del proceso de globalización impulsado por el desarrollo de la informática y la tecnología los pueblos más pobres tuvieron más acceso y participación en la economía mundial. Pero, a su vez, ello trajo como consecuencia una más injusta distribución de la riqueza global. Los países atrasados están conectados con el mundo pero siguen tan pobres como antes mientras que las naciones centrales aumentan permanentemente su ingreso per cápita y su crecimiento económico. ¿Por qué en un mundo globalizado es imposible que algo tan esencial como el alimento llegue a todas partes del planeta? ¿Por qué resulta tan complicado que la asistencia sanitaria alcance a todos los niños del mundo y se termine la abyecta diferencia entre las tasas de mortalidad infantil de Europa y Africa, por dar un ejemplo? La globalización del neoliberalismo, pese a su fuerte impronta tecnológica y racional, no ha podido generar políticas mundiales de desarrollo que saquen de la más absoluta miseria a millones de personas. Lo que se observa, precisamente al revés, es un agravamiento de las diferencias entre quienes tuvieron la suerte de nacer en el mundo rico y la desgracia de haberlo hecho en el mundo pobre. La advertencia de quienes se reunieron en Porto Alegre va en ese sentido: el mundo tiene que girar hacia mayor equidad entre sus habitantes y los avances de la ciencia deben jugar a favor de ello y no para la concentración aún mayor de la riqueza en las naciones poderosas.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|