Conocerla es llegar al fin del mundo y, al mismo tiempo, al principio de todo. Tierra de leyendas, resulta una atracción inevitable para quienes desean inexorablemente llegar al final del mapa y al comienzo de la aventura.
Pero Ushuaia no es sólo una pequeña ciudad en el extremo del mundo: es la naturaleza en su máxima expresión.
Levantada a orillas del canal de Beagle, su caprichosa topografía ha generado una urbe sumamente pintoresca que combina infinitos colores y grandes desniveles.
La ciudad debe su nombre a la lengua de los indios yamana, nómades canoeros que la habitaron originalmente, y significa "bahía que penetra hacia el poniente". ¿Alguien se resiste a vivir un fin de semana diferente en el último rincón de la Tierra?
Primer día, city tour
El primer día se puede realizar una recorrida por el área céntrica para tomar contacto con la vida cotidiana de la ciudad, seguir las huellas de un pasado rico en aventuras y apreciar algunos de los ejemplos de la arquitectura típica de la región.
Para conocer Ushuaia lo mejor es meterse en sus orígenes. Así hay que dirigirse a la avenida Maipú para visitar el Museo del Fin del Mundo. Oscar Zanola, su director, es un excelente anfitrión que suele ofrecerse como guía.
A la salida se puede caminar hasta Volver, restaurante-café pintoresco instalado en la casa que fuera de la última ona habitante del lugar.
El paseo Antiguos Pobladores es un amplio espacio verde en el que se encuentra la antigua casa de la familia Bebán, edificada entre 1911 y 1913. Ubicada originariamente sobre la avenida Maipú al 800 funcionó como hotel Las Goletas y fue también una clínica y sucursal del Banco de la Nación. Trasladada a su actual emplazamiento es hoy un centro cultural.
Luego es recomendable trasladarse hasta el ex presidio y el museo Marítimo, que cuenta además con una biblioteca, una galería de arte, restaurante, cafetería y librería. En cuanto a la cárcel, en principio había sido instalada precariamente en la isla de los Estados, hasta que en 1910 fue trasladada a un edificio de la ciudad y en cuya terminación colaboraron sus presos. En la actualidad funciona un interesante museo.
Una exquisita opción para almorzar es el restaurante Tía Elvira, que ubicado frente al canal ofrece sabrosas pastas y buenos mariscos. Después se puede visitar el puerto, el segundo en el país (después del de Buenos Aires) en lo que respecta al tráfico de contenedores. Además ha adquirido un gran movimiento de buques científicos y de turismo, transformándose en la puerta de ingreso a la Antártida, sobre todo después de su reciente ampliación.
El itinerario puede proseguir en una excursión en barco para recorrer -en tres horas- la bahía de Ushuaia y las islas Brigdes, de Los Lobos, de Los Pájaros, y el faro de Les Eclaireurs. Durante la navegación se aprecian ejemplares de fauna autóctona. La isla de los Lobos alberga una de las pocas colonias de lobos de mar de un pelo que quedan en Tierra del Fuego. El paseo no tiene desperdicio y de regreso, se observa la imagen de la ciudad desparramada en toda la bahía.
En la cadena del Martial se encuentra el glaciar del mismo nombre. Se ve a simple vista desde cualquier punto de la ciudad. Se llega mediante una aerosilla cuya base se encuentra al fin de un camino pavimentado de trepada de 7 kilómetros sobre el que se suceden distintos servicios turísticos como la confitería Miralejos, el hotel Las Hayas, el restaurante Chez Manú, el hotel del Glaciar, la pista de esquí de fondo Francisco Jerman, el refugio de montaña del Club Andino Ushuaia y varios otros grupos de cabañas o bungalows.
Durante los meses de invierno la pista de esquí que corre paralela a la aerosilla constituye otra interesante posibilidad para la práctica del esquí alpino muy cerca del centro de la ciudad.
Para completar el intenso día vale la pena hacerse una escapada a La Cabaña, una cálida casa de té, ubicada sobre la montaña y de frente al canal.
Se puede comenzar por recorrer las afueras de Ushuaia, donde se aprecia una perfecta combinación de montañas, mar, nieve, bosques y lagos increíbles.
Tras la rotonda de unión de la vieja y nueva ruta nacional Nº3, y dejando atrás el puesto de la policía, se encuentran las ermitas de la Virgen de Lourdes y San Cayetano, el majestuoso monte Olivia, la cascada Velo de Novia y una serie de lugares abiertos adecuados para tomar un descanso en un día soleado.
Más adelante y hasta llegar al lago Escondido la ruta se hace cada vez más sinuosa y atraviesa bosques, turbales y valles como el Carbajal y el de Tierra Mayor. Un buen número de paradores y centros recreativos se distribuyen a ambos lados del camino, con confiterías, restaurantes o asadores, puntos de partida para excursiones a pie o caballo.
Con la llegada de la nieve, estos centros adquieren un particular atractivo y son el escenario propicio para la práctica de deportes invernales.
De regreso a Ushuaia, en plena noche, una buena opción es cenar en Kaupe, inesquivable, con el mejor ambiente.
Tercer día, placer sobre rieles
El primer día se puede realizar una recorrida por el área céntrica para tomar contacto con la vida cotidiana de la ciudad, seguir las huellas de un pasado rico en aventuras y apreciar algunos de los ejemplos de la arquitectura típica de la región.
Para conocer Ushuaia lo mejor es meterse en sus orígenes. Así hay que dirigirse a la avenida Maipú para visitar el Museo del Fin del Mundo. Oscar Zanola, su director, es un excelente anfitrión que suele ofrecerse como guía.
A la salida se puede caminar hasta Volver, restaurante-café pintoresco instalado en la casa que fuera de la última ona habitante del lugar.
El paseo Antiguos Pobladores es un amplio espacio verde en el que se encuentra la antigua casa de la familia Bebán, edificada entre 1911 y 1913. Ubicada originariamente sobre la avenida Maipú al 800 funcionó como hotel Las Goletas y fue también una clínica y sucursal del Banco de la Nación. Trasladada a su actual emplazamiento es hoy un centro cultural.
Luego es recomendable trasladarse hasta el ex presidio y el museo Marítimo, que cuenta además con una biblioteca, una galería de arte, restaurante, cafetería y librería. En cuanto a la cárcel, en principio había sido instalada precariamente en la isla de los Estados, hasta que en 1910 fue trasladada a un edificio de la ciudad y en cuya terminación colaboraron sus presos. En la actualidad funciona un interesante museo.
Una exquisita opción para almorzar es el restaurante Tía Elvira, que ubicado frente al canal ofrece sabrosas pastas y buenos mariscos. Después se puede visitar el puerto, el segundo en el país (después del de Buenos Aires) en lo que respecta al tráfico de contenedores. Además ha adquirido un gran movimiento de buques científicos y de turismo, transformándose en la puerta de ingreso a la Antártida, sobre todo después de su reciente ampliación.
El itinerario puede proseguir en una excursión en barco para recorrer -en tres horas- la bahía de Ushuaia y las islas Brigdes, de Los Lobos, de Los Pájaros, y el faro de Les Eclaireurs. Durante la navegación se aprecian ejemplares de fauna autóctona. La isla de los Lobos alberga una de las pocas colonias de lobos de mar de un pelo que quedan en Tierra del Fuego. El paseo no tiene desperdicio y de regreso, se observa la imagen de la ciudad desparramada en toda la bahía.
En la cadena del Martial se encuentra el glaciar del mismo nombre. Se ve a simple vista desde cualquier punto de la ciudad. Se llega mediante una aerosilla cuya base se encuentra al fin de un camino pavimentado de trepada de 7 kilómetros sobre el que se suceden distintos servicios turísticos como la confitería Miralejos, el hotel Las Hayas, el restaurante Chez Manú, el hotel del Glaciar, la pista de esquí de fondo Francisco Jerman, el refugio de montaña del Club Andino Ushuaia y varios otros grupos de cabañas o bungalows.
Durante los meses de invierno la pista de esquí que corre paralela a la aerosilla constituye otra interesante posibilidad para la práctica del esquí alpino muy cerca del centro de la ciudad.
Para completar el intenso día vale la pena hacerse una escapada a La Cabaña, una cálida casa de té, ubicada sobre la montaña y de frente al canal.
Se puede comenzar por recorrer las afueras de Ushuaia, donde se aprecia una perfecta combinación de montañas, mar, nieve, bosques y lagos increíbles.
Tras la rotonda de unión de la vieja y nueva ruta nacional Nº3, y dejando atrás el puesto de la policía, se encuentran las ermitas de la Virgen de Lourdes y San Cayetano, el majestuoso monte Olivia, la cascada Velo de Novia y una serie de lugares abiertos adecuados para tomar un descanso en un día soleado.
Más adelante y hasta llegar al lago Escondido la ruta se hace cada vez más sinuosa y atraviesa bosques, turbales y valles como el Carbajal y el de Tierra Mayor. Un buen número de paradores y centros recreativos se distribuyen a ambos lados del camino, con confiterías, restaurantes o asadores, puntos de partida para excursiones a pie o caballo.
Con la llegada de la nieve, estos centros adquieren un particular atractivo y son el escenario propicio para la práctica de deportes invernales.
De regreso a Ushuaia, en plena noche, una buena opción es cenar en Kaupe, inesquivable, con el mejor ambiente.